Lola resultó trans, pero la amo

Sexo 30/01/2017 05:00 Yudi Kravzov Actualizada 05:00
 

Conocí a Lola, el amor de mi vida, en Badoo, el portal de las relaciones amorosas que ofrece una salida a una dimensión divertida. Ahí te enteras de qué personas se encuentran cerca, según tus gustos, para que las contactes y las conozcas. 

No creí que yo iba a ser de esos que se enamoran a simple vista. Incluso creí que esos portales eran solamente un juego, pero desde que vi la foto de Lola en mi pantalla, me derretí. Hice todo para salir con ella y conocerla. Salimos dos meses sin que yo me atreviera a tocarla. Le dije que quería respetarla y amarla tiernamente. Cuando mi amigo Roger la conoció, lo primero que me dijo fue que estaba segurísimo de que Lola era un “él”, y yo no me había dado cuenta. Me asusté tanto que dejé de llamarla dos días, y después, por teléfono, le pregunté directamente si era una niña trans.

Me dijo que sí, y se hizo un silencio... Dijo que creyó que yo sabía, por la información que estaba en su perfil. Le dije que no lo había leído, que en cuanto la vi, su rostro me atrapó y que me enamoré en cuanto la traté. Le confesé que estoy confundido, que necesito tiempo. Le insistí que me gusta mucho, mucho.

Ni yo podía creer lo que estaba sucediendo. Me volví loco. No sabía qué hacer. Varios días, decidí no verla, no contestar sus mensajes. Me sentí perdido. Entonces, cuando me di cuenta de que la amaba, la busqué para decirle que sobre todas las cosas quería estar con ella, pasarla bien y olvidarme de eso. Muy convencido, le dije: “eres mi cielo”.

Nuestra relación se fue haciendo cada día más fuerte, hasta que descubrí que no era solamente una maquillista, como me lo había hecho creer. La cosa se complicó en ese momento, porque supe que se ganaba la vida, gracias a un señor, casado y con hijos que estaba enamorado de ella. Es un “cliente”, al que le sobra mucho dinero y que le regala cosas. 

En ese momento, comencé a sentir que nada de lo que yo le diera iba a ser suficiente, y que la única manera de vivir juntos y bien, era haciendo exactamente lo mismo que ella.

Pensé en diferentes opciones y decidí meterme a la misma página donde ella se prostituía. Vivir de lo mismo que ella, me permitió entender lo que es poner el corazón lejos del cuerpo, pensar en ella cuando estaba con otra, jugar a ser el deseo del otro, mimar y hablar con palabras dulces sin sentir nada.

Nuestra relación se nutrió con un viaje a Playa del Carmen. Ahí los dos hicimos muchas locuras, bebimos y nos divertimos en grande. Cuando la fuerza y la lana se nos acabaron, regresamos a la ciudad. Volví por unos días a casa de mi abuela y me di cuenta de que me siento atrapado en el deseo.

Amarla es aceptar cosas que van en contra de lo que aprendí toda mi vida y de la persona que soy. Para mí, estar a su lado es correr el riesgo de visitar el infierno mil veces.

Cuando logre mi meta y tenga un trabajo estable y digno para poderla mantener, la voy a buscar. Entonces sí podré llevar a Lola a otra dimensión, a una en donde podamos sacarnos el diamante que tenemos dentro, fuera de una vida de prostitución, locura y malos comportamientos.

Sueño con ella y con tener una familia juntos. Quizás podamos adoptar dos o tres chamacos y hacer nuestro el porvenir, pero así como están las cosas ahora, así no.

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