Pedir ayuda te hace fuerte

Vida 12/04/2016 05:00 Víctor Jiménez Actualizada 05:00
 

“Siempre que salimos de vacaciones mi papá se niega a pedir indicaciones cuando está perdido y, lo que es peor, ¡manda a mi mamá o mí a hacerlo por él! ¿Cuál es su problema? ¿Por qué le cuesta pedir? ¿Acaso cree que pedir es signo de debilidad?”. Éste es el cuestionamiento de una jovencita de 12 años acerca de lo que para su papá significa pedir ayuda. Pero no sólo a los hombres les cuesta pedir ayuda, las mujeres también se detienen antes de hacerlo. Con seguridad conoces a alguien para quien pedir es un gran reto.

¿De dónde surge la dificultad para pedir? 

Algunos aprenden a no pedir en la infancia. Los niños que tuvieron que cuidarse solos porque sus padres estaban ausentes tienden a ser más independientes. Pronto se hacen a esta idea: “Pedir ayuda me hace depender de otros y es un lujo que no me puedo dar”. De adultos, la falta de habilidad para arreglárselas solos es un signo de debilidad. 

Otras personas tienen un alto sentido de responsabilidad: “No debo molestar a los demás”. Creen que es su responsabilidad resolver todas las dificultades. Temen ser una carga o quedar en deuda con quienes los auxilian. 

Hay quienes evitan pedir por temor al rechazo, a escuchar un “no”. En su mente está la idea: “Si no pido ayuda, estoy protegido. Recibir un ‘no’ sería terrible y doloroso”. 

El deseo de mantener una imagen de perfección es otra razón para dejar de pedir ayuda. Algunos quieren mostrarse altamente competitivos, en control, como si debieran ser los héroes de la familia, la pareja o el trabajo. 

¿Por qué es importante saber pedir ayuda? 

Pedir te hace fuerte. Aceptar que necesitas apoyo es admitir tu vulnerabilidad. ¿Es esto un signo de debilidad? ¡No! Al contrario, para mostrar que necesitas de otros son necesarios la fuerza y el carácter. Es necesario vencer el orgullo para aceptar que necesitas de otros, que no puedes resolver todo tú solo. 

Pedir te acerca a los demás. Comunicar a otros tu necesidad te conecta con ellos a un nivel profundamente humano. Todos necesitamos de otras personas. Fingir que no necesitas de ellos te aísla, te pierdes del intercambio de apoyo que fortalece a la comunidad. 

Pedir hace que los demás se sientan útiles. Muchas personas, al igual que tú, están deseosas de ayudar. Cuando alguien te ofrece ayuda, lo hace con toda sinceridad. Así pues, a partir de su ofrecimiento, es tu responsabilidad buscarla, pedirla. Está bien solicitarla, sobre todo cuando hay alguien dispuesto a apoyarte. 

Ejercita tu capacidad para pedir.  Haz una lista de cosas que te cuesta pedir: tomar prestada la escalera de tu vecino, invitar a tu hermana a que te enseñe a cocinar un platillo, proponerle a un amigo que pase por ti en el camino al trabajo un día a la semana.  

Ejercita tu capacidad para pedir. Puede ser un poco amenazador, pero anímate a verbalizar tu solicitud de ayuda. Si te hace sentir mejor, hazlo por escrito. Recuerda lo bien que te sientes cuando ayudas a alguien. Seguramente quien te brinde ayuda se sentirá tan bien como tú. 

Repasa mentalmente la conversación. En tu ensayo mental considera las posibles respuestas. Asegúrate de dar algunas explicaciones de por qué necesitas la ayuda. Si la respuesta es “no”, evita tomarlo a la trágica. No es el fin del mundo. Busca apoyo en alguien más. 

Evalúa tu experiencia. Extrae el mayor aprendizaje de tu experiencia al pedir, aun si las cosas no resultan como deseabas. Vuelve a intentarlo. El mundo no se hizo en un día. 

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