Sobrevive a un quejumbroso

Vida 19/07/2016 05:00 Víctor Jiménez Actualizada 05:00
 

¿La persona con quien vives se queja constantemente acerca de sus problemas personales? ¿Tu compañero de trabajo te abruma con su negatividad acerca del trabajo, la vida, el mundo? ¿Tienes una tía que se la vive quejándose de pequeños problemas de salud y un dolor tras otro? Si contestaste sí a cualquiera de estas preguntas, estás lidiando con un quejumbroso crónico.

Hablar acerca de lo que nos sucede está bien. Para eso están los amigos, familiares y compañeros de trabajo. Expresar cómo nos sentimos puede ayudar a liberar la presión emocional. También puede servir para obtener ideas de solución a las dificultades. Pero la descarga emocional o la lamentación constante, sin acción para solucionar los problemas, se puede convertir en una carga para quien escucha.

¿Cómo es un quejoso crónico?

Se la pasa rumiando, sus pensamientos obsesivos no lo dejan en paz. Utiliza a los demás como público deseoso de escuchar sus interminables quejas.

Ve el lado negativo de las cosas. Es un pesimista natural, aunque le cuesta verse a sí mismo como una persona negativa.

Con sus lamentaciones busca comprensión y validación emocional. Quiere ser querido y que los demás confirmen que en realidad tiene razón en quejarse. Se enfoca en los problemas e ignora las soluciones. Ve su vida como algo difícil, con muchas cosas con las que luchar. Se aferra a esta idea, si le sugieres una solución para su problema, difícilmente la aceptará. Después de todo, solucionar el problema le deja sin nada de qué quejarse.

Se estresa demasiado por algo que se siente impotente de resolver.

Se siente malentendido, poco apreciado o amado. Esto le lleva a estar de mal humor.

¿Qué no hacer con un insatisfecho crónico?

Tratar de animarlo con frases como: “Las cosas no pueden estar tan mal”, “Anímate” o “El tiempo todo lo cura”. Si dices este tipo de cosas, siente que no tomas su pesar en serio. Quizás se queje aun más para convencerte y convencerse de la seriedad de su situación.

Sugerir una solución tras otra como si te correspondiera resolverle la vida: “¿Por qué no haces esto?” o “¿Ya probaste con tal o cual cosa?”. Entre más soluciones les propongas, más trata de convencerte y convencerse de la inutilidad de estas soluciones. Esta es una forma de mantener su actitud de víctima.

 

Ignorarlo, no hacerle caso por completo. Esto puede avivar su deseo de atención a través del lamento.

¿Cómo actuar ante el descontento permanente?

Redirige la conversación hacia algo más neutral o positivo. Cambia el tema. Si tu tía se queja de una lista de padecimientos, muestra tu comprensión por medio de un comentario empático: “Me imagino cómo te sientes”. A veces la gente sólo necesita un poco de descarga. En seguida, lleva la conversación hacia alguno de sus intereses: “Me enteré de que estás participando en el coro de la iglesia. Cuéntame”.

Ofrece tu ayuda. Sobre todo los adultos mayores y las personas enfermas usan la queja para pedir ayuda. Si tu abuelo se lamenta de la dificultad para ir a la tienda, ofrécele acompañarlo o realiza sus compras.

Hazle sentir que le escuchas. A veces la persona repite sus penas porque no se siente escuchada. Mírala a la cara cuando hablan. No ofrezcas soluciones demasiado rápido. Realmente trata de ponerte en su lugar. Recuerda, detrás de cada queja hay insatisfacción. Haz un esfuerzo por entender en qué consiste su descontento.

 

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