Argentino me la dejó como naranja de juguero

Argentino me la dejó como naranja de juguero

(Foto: Archivo El Gráfico)

16/03/2021 16:28 Actualizada 22:28
 

Querido diario: Se llama Carlos. Hacía más de un año que no nos veíamos y, después de tanto tiempo, me llamó para volvernos a ver. Habían sido meses de mensajes, palabras apasionadas y frases perfectamente calculadas.

Nuestra relación se había limitado, pero también enriquecido, en el cachondeo a través del WhatsApp. Bien dice la ciencia que el órgano sexual más importante es el cerebro, allí se convierte lo biológico en erótico. Allí el sexo se convierte en fantasía.

Él es uno de mis clientes consentidos, no sólo porque me llamaba a menudo, sino porque, además, me encanta su manera de cogerme. Lo hace siempre con una pasión, que me prende como si estuviera fabricada con petróleo y tiene un miembro tan delicioso y perfecto, que me hace alcanzar las estrellas.

La pandemia le complicó la existencia. El es argentino, tiene negocios allá y acá, así que estando en cuarentena al sur del continente, por más de un año se suspendieron nuestros encuentros, aunque mantuvimos conversaciones obscenas, increíbles, precisas, todo este tiempo.

En cuanto aterrizó en la CDMX me llamó. Me excité apenas oí su voz. Lo vi en su hotel apenas se instaló. Me tumbó sobre el escritorio y así, apoyada en la pared, sobre las carpetas y amenidades del hotel, se lanzó a mi cuerpo, lo lamió sin desnudarme, se puso de rodillas, levantó mis muslos, separó mis piernas y metió su cráneo.

Con los dientes me arrancó la lencería y con la punta de la lengua, larga y dura, tocó fondo. Mi primer orgasmo lo construyó con su boca. Los demás, cogiéndome duro, justo como si no nos hubiéramos visto en un año.

Me ofreció pagarme para quedarme toda la noche. Acepté. Pero de eso te cuento el jueves.

Hasta entonces, te invito a seguirme en Twitter: @Lulupetite2021 

Lulú Petite

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