Contestó el cel mientras hacíamos la "empiernación"

Querido diario: Estás recostado en la cama, con las piernas abiertas, yo avanzo a gatas hacia ti, desnuda, mirándote fíjamente a los ojos. Te sonrío cuando con mis tetas acaricio tu miembro erecto. Comienzo a masturbarte. Te beso el cuello. 

Mi cabello acaricia suavemente la piel de tu pecho, de tu abdomen, conforme voy bajando en un caminito de besos hacia tu pubis. No dejo de masturbarte.

Pongo un condón en mi boca y, empuñando tu miembro, lo deslizo suavemente por el tallo. Comienzo a chupártela, la meto hasta el fondo de mi garganta y jugueteo con mi lengua. Acaricio tus muslos. Tú gimes, pides más, te contoneas. Eres mío. Todo, todo mío.

Tu teléfono suena. Estiras la mano y tomas la llamada. Se alcanza a escuchar, a lo lejos, una voz de mujer. Yo dejo de chupártela y, aún con el miembro en la boca, levanto la mirada y te observo, como preguntando si paro un momento. Tú llevas la palma de tu mano a mi nuca y con un movimiento suave, me indicas que siga mamando.

Tú hablas con tu interlocutor. No pongo atención, algo sobre algún negocio: Ventas, traslados, embarques, entregas. No sé, me vale gorro, yo solamente sigo chupando tu miembro erecto, mientras tú tratas de mantener la calma en la voz, pero retuerces tu cuerpo de placer.

Quiero ver hasta dónde llega tu cinismo. Me acomodo a horcajadas y dirigiendo tu pene hacia mi centro, me empalo sola y comienzo a moverme. Se te escucha muy agitada la voz, tienes que apresurar las palabras hasta que te despides y cuelgas. Avientas el teléfono a la cama, me tomas por la cintura y levantando la cadera inyectas al condón toda tu leche, mientras dejas escapar un grito delicioso.

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Hasta el martes, Lulú Petite