Sus orales me hacen ver las estrellas

Sus orales me hacen ver las estrellas

FOTO: Archivo / El Gráfico

Sexo 18/02/2021 16:11 Lulú Petite Actualizada 16:11
 

Querido diario: Tobías es un hombre maduro, de voz profunda. Poco pelo en la azotea, pero el pecho tapizado de un pelambre delicado que siempre huele delicioso. Es bueno cogiendo, pero se distingue lamiéndome el sexo. Me lo come de un modo que me hace siempre ver estrellitas.

No todos los hombres son buenos para construir orgasmos con la lengua. El sexo oral, para una mujer, no es exclusivamente físico. Es un juego de seducción. A un hombre, si se le para y se la comienzas a mamar, lo más probable es que le guste. Algunos, incluso, se vienen apenas se las tocas. Tenía un cliente al que difícilmente alcanzaba a ponerle el condón. Era tan precoz, que apenas le agarraba el miembro y un chorrillo de leche blanca salía disparado apuntando al cielo.

Con la mujer, al menos conmigo, el asunto es distinto. Para que el sexo oral funcione, primero debes ponerme a tono. Calentar la ducha, antes de meterte al agua ¿Me explico?

Tobías lo hace. Antes de comerme el monte Venus, me desnuda con cuidado, atiende mis senos, para mis pezones con chupadas deliciosas, me contagia su deseo, hace que su tacto me encienda cada una de mis terminales nerviosas. Lame mi cuello, me toca, me explora, lengüetea mis mus-los, mi pubis, mi ombligo.

Para cuando pone mis muslos sobre sus hombros, ya me tiene tan excitada, tan lista, tan dispuesta, que mi clítoris brilla como un diamante y mis jugos empapan mi sexo. Sólo entonces él comienza a jugarme la boca, a extraer, con su lengua, mis orgasmos absolutos.

Qué bueno que me llamó. Quedé de verlo al rato; mientras, aproveché para escribir sobre él y cómo ya me calenté nomás de pensarlo; hoy le será más fácil ponerme cachonda.

Hasta el martes, Lulú Petite.

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