RELATOS PICANTES

Lulú Petite y los dedos mágicos que le hicieron poner ojos de huevo cocido

"El placer es tanto que, por instantes, es insoportable", dijo ella

Lulú Petite y los dedos mágicos que le hicieron poner ojos de huevo cocido

(Foto: Especial)

Sexo 28/03/2024 15:26 Lulú Petite Actualizada 15:26
 

Querido diario: Estoy recostada sintiendo tus labios comerse mis pezones. A lo lejos, se oyen los gritos de una mujer que es penetrada. Ella pide más, goza. Sus aullidos cruzan ladrillos y cemento de las habitaciones que rodeamos su placer.

Tú vas con calma. Lames cuidadosamente mis pechos, mientras abres espacio con tus dedos entre mis piernas.

Tocas mi vulva. Sientes cómo me humedezco. Acaricias con suavidad y, cuando me metes tus dedos, asaltas con un beso mi boca.

Lo haces bien. Tus labios me hacen sentir mariposas y tus dedos se clavan en mi sexo provocándome un espasmo. Haces un gancho y tocas suavemente las paredes internas produciéndome una sacudida que me obliga a gemir. Balbuceo rogándote que sigas. Tus dedos tocan suavemente la zona detrás del clítoris. El placer es tanto que, por instantes, es insoportable. Escucho los gritos de la vecina, a quien le siguen dando duro. 

Me uno a ella, gimiendo a coro. Parezco tu marioneta. Te pertenezco, me controlas desde dentro, sólo con tu tacto y un par de dedos.

Me acaricio las tetas, pellizco mis pezones, devoro tus besos, siento cómo cada poro en mi piel se estremece. Mi sexo está empapado, mis piernas tiemblan, mis ojos se ciegan y una marabunta de secretas hormiguitas corren a velocidad de rayo por mis venas provocándome un placer indecible.

Vuelo un poco. Mis ojos lloran, todo se pone blanco y, por un instante, casi me salgo del cuerpo. El orgasmo me ocupa toda.

Es tu turno. Me la metes, me haces el amor. Te mueves con rudeza, clavando tu miembro en mis entrañas hasta que llenas con tu leche el condón.

Yo ni siquiera me muevo. Te dejo hacer, tomarme, disfrutar. Soy tuya. No puedo aún recuperarme del orgasmo. Lo siento todavía. Cada célula en mi cuerpo sigue temblando. Respiro agitada, gozosa. Ya no se escucha a la vecina gemir.

Compartimos la calma. Esa calma perfecta que viene después de un coito verdaderamente placentero.

Hasta el martes, Lulú Petite.

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