Mitos y realidades de “La Llorona”
La historia de este legendario personaje y videos de supuestos hechos reales
La Llorona (Foto cortesía YouTube)
La Llorona, es quizá, una de las leyendas mexicanas más populares y dicen que si la escuchas susurrándote al oído, está lejos de ti, pero si la oyes a lo lejos es porque está justo a tu lado.
La historia de La Llorona se ha extendido al resto de Américalatina, debido a que ha pasado de boca en boca tiene muchas versiones:
Hay quienes afirman que era la antigua diosa azteca Cihuacóatl, otra versión indica que pudo haber sido la celebre Malinche y hay otros que la ubican como una mujer de gran belleza que existió durante la época del México colonial.
Como veras, son muchas las historias que rodean a la pena de esta mujer y que te pone los “pelos de punta”, el tan sólo pensar en que pueda estar más cerca de ti de lo que te imaginas.
Los mitos que se dicen en torno a este legendario personaje son muchos, como lo habíamos mencionado anteriormente, pero sin duda, los hechos principales son siempre los mismos.
El mito de 'la llorona' afirma que su eterno penar se debe a que busca a un hijo recién nacido que asesinó arrojándolo al río para ocultar un pecado. Y en esta línea, es parte de su penitencia, castigar a los muchachos que andan de amores prohibidos: se sube a sus caballos y puede llegar a matarlos en un helado abrazo mortal.
Se la llama 'la llorona' porque sus gemidos son tan insistentes que hasta enloquece a los perros, mientras deambula por las noches.
En México, varios investigadores estiman que la Llorona, como personaje de la mitología y las leyendas mexicanas, tiene su origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los purépechas; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas, y la Xtabay, entre los mayas lacandones. Siempre se le identifica con el inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y también la lujuria.
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El Origen de la Llorona
El antecedente mas conocido de la leyenda de la llorona tiene sus raices en la mitologia Azteca. Una versión sostiene que es la diosa azteca Chihuacóatl, protectora de la raza. Cuentan que antes de la conquista española, una figura femenina vestida de blanco comenzó a aparecer regularmente sobre las aguas del lago de Texcoco y a vagar por las colinas aterrorizando a los habitantes del gran Tenochtitlán.
"Ay, mis hijos, ¿dónde los llevaré para que escapen tan funesto destino?", se lamentaba.
Un grupo de sacerdotes decidió consultar viejos augurios. Los antiguos advirtieron que la diosa Chihuacóalt aparecería para anunciar la caída del imperio azteca a manos de hombres procedentes de Oriente. La aparición constituía el sexto presagio del fin de la civilización.
Con la llegada de los españoles al Continente Americano, y una vez consumada la conquista de Tenochtitlan, sede del Imperio Azteca, años mas tarde y después de que murió Doña Marina, mejor conocida como la "Malinche" (joven azteca que se convirtió en amante del conquistador español Hernán Cortés), se decía que esta era la llorona, la que venía a penar del otro mundo por haber traicionado a los indios de su raza, ayudando a los extranjeros para que los sometieran.
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Las “otras” Lloronas
Otra versión surgió en la época “colonial”, que cuenta la historia de una hermosa y joven mujer que, rechazada por el hombre que amaba, ahogó a sus hijos y luego se suicidó. Al llegar a las puertas del cielo, Dios le preguntó por sus criaturas y ella contestó: “No lo sé, mi Señor”, así que fue enviada de regreso para que los buscara.
Otra descripción de la llorona es una mujer de figura desagradable, alta y desmelenada, de vestido largo y rostro cadavérico. Con sus largos brazos sostiene a un niño muerto. Pasa la noche llorando, sembrando con sus sollozos, el terror en los campos, aldeas, y aún en las ciudades.
Se hace referencia a este personaje acorde con la tradición oral, donde se le define como una madre soltera que decidió no tener a su hijo y por eso aborta, acarreándole esto el castigo de escuchar permanentemente el llanto de su niño. Este castigo la desesperó y la obligó a deambular por el mundo sin encontrar sosiego, llorando, gimiendo e indagando por el paradero de su malogrado hijo.
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