PERO DE RECONSTRUCCIÓN AÚN NO HAY NADA
Pasan frío damnificados en Multifamiliar de Tlalpan
Damnificados hacen guardia; esperan respuesta del gobierno para volver a edificar
Son las 10 de la noche y la temperatura marca los 8 grados centígrados. El frío cala desde los dedos hasta los pies. No es el anochecer más gélido que han padecido damnificados del Multifamiliar Tlalpan desde los 73 días que tienen viviendo en la calle, aunque sí es la primera vez que entienden por qué a la luna llena del domingo se le conoce como “luna fría”.
“Será una temporada navideña diferente, ya no hay unión, nos toca hacer guardias para resguardar lo poco que tenemos, pero aquí estamos como siempre, de pie”. Así es como Julia Sánchez, de 72 años, concibe su estancia en la calle, padeciendo el frío, justo enfrente del departamento donde vivió por casi 42 años y del que hoy sólo quedan rastros.
Le tocó hacer guardia y se tuvo que echar como 6 o 7 cobijas “regaladas” para cubrirse y aguantar el frío. Una casa hecha de lonas y bolsas le recuerda día y noche que para ellos, los damnificados, no hay nada, “ninguna autoridad, alto mando que tenga verdadera voluntad de ayudarlos”. Ni siquiera les dicen para cuándo estarán de vuelta en su hogar.
Los del Multifamiliar Tlalpan, a quienes el temblor les cambió la vida, tienen que ir al sanitario en la banqueta, exponiéndose no sólo al frío, sino a la inseguridad. Lo que sí sobra es la ayuda comunitaria, de habitantes de colonias aledañas, de empresas, las mismas que llevan ropa, cobijas, colchones, café, sin esperar nada a cambio.
Siempre la misma gente porque del gobierno, nada, una que otra cosita, por ejemplo hace unos días el DIF les dio agua, despensas y más cobijas.
“¡Cómo acostumbrarse a vivir en la calle después de tener un techo, ahora sí que está difícil!”, asienta con la cabeza doña Julia y ahí ni siquiera han ido a levantar los escombros. Ella, al igual que otros afectados por el sismo del 19 de septiembre, rola turnos, mañana, tarde y noche para resguardar la zona.
Viven de lo que les traen, ropa, comida. Algunos ya están rentando por ahí cerca, pero de todos modos acuden a las guardias el día que les toca.
“Aún con el intenso frío, esperaremos hasta que tengamos una respuesta buena, que se nos construya igual que como estaba. Ni más ni menos chiquito”.
En el edificio 1 C, hoy derrumbado, habitaban cerca de 40 familias, recuerda Sánchez, quien es jubilada y reconoce que esta situación está muy fea.