Es funcionario de la CDMX y actor
Un Lucifer con muchas historias en la crucifixión de Jesús
Joaquín representará, por sexta ocasión, el papel de la maldad, la mentira y contará relatos de asesinatos
Yadin Xolalpa, El Gráfico
Con información de Sandra Hernández
Joaquín Rueda Carrillo es funcionario del Gobierno de la Ciudad de México, y actor de la Pasión de Cristo, este año interpretará a Lucifer en la 174 representación de la crucifixión de Jesús en Iztapalapa.
El funcionario adscrito a la Consejería Jurídica y de Servicios Legales (Consejur), comenta que desde el año 2000 ha participado con diversos papeles en la Representación: Apóstol Juan, Jesús, Simón Cirineo, Lucifer y Poncio Pilato.
Lo más complicado, comenta, ha sido separar su trabajo como servidor público y su gusto por participar en la organización y representación de la Pasión de Cristo.
Comentó que ha tenido cuidado de no ocupar el horario laboral para atender el tema religioso; sostuvo que este año su participación como Lucifer dura aproximadamente 40 minutos hoy en el Cerro de la Estrella a partir de las 10 de la noche, por lo que no se empalma con su trabajo.
“Los ensayos son solamente los domingos de 2 a 10 de la noche; no hay mayor situación ahí”.
“Cabe destacar que somos una Representación que no organiza la Iglesia Católica, la organizamos gente de los ocho barrios de Iztapalapa”.
EL ANTAGONISTA. No es la primera vez que Rueda Carrillo interpreta a Lucifer, este año será la sexta ocasión.
“El tema de Lucifer me llama la atención porque es la personificación de todo lo que es malo para las personas, para la humanidad, (…). Hace un relato de asesinatos, de traiciones, de abusos cometidos por tiranos”.
Afirmó que para ese papel, al igual que los personajes de Judas y Poncio Pilato, se requieren de cinco a 10 años años de participar en las actividades, además de tener la mayoría de votos de la Asamblea General para cada uno de esos papeles.
Joaquín considera que su participación en la asociación ha sido importante, pues apoyó para que la Pasión de Cristo en Iztapalapa fuera declarada como Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México, la cual tardó cuatro años en concretarse.