La historia de Francisco, el señor que hace los billetes
Un hombre detrás del dinero
Él pasó del salón de clases del Conalep a desempeñar uno de los oficios más importantes del país
De los cinco millones de billetes que se imprimen al día, al millón y medio que se producen durante la jornada nocturna —de las 9:00 de la noche a las 4:00 de la mañana— Francisco los conoce bien. Llegan a él como juegos de 10 mil hojas en pliegos de 50 piezas de papel valor, cada una artísticamente grabada a 12 tintas, con el rostro de un héroe, artista o literato de la nación.
La impresión con la denominación y los elementos de seguridad, que como acta de nacimiento hacen único a cada billete, ofrecen su identidad. Esos datos revelan cuándo se hizo, quién lo hizo, dónde se emitió y desde hace cuánto circula en las calles.
De las tres fases —fondos, grabados y numeración— por las que pasa un billete antes salir de los bancos a nuestras carteras, el proceso de impresión de grabados o calcografía —cuando se forman los relieves de seguridad que las falsificaciones no tienen—, es el que más le gusta a Francisco.
Antes de dejarlos secar durante una semana y terminar el proceso de barnizado transparente que los protege de la suciedad y las bacterias, pasan al proceso de corte con guillotinas a dos distintos tamaños, para ser empacados en espera de su demanda.
Después salen a las calles cuando tienen que reemplazar los billetes desgastados o en las épocas de mayor consumo como: Semana Santa, época decembrina o el Buen Fin, especialmente en la zona metropolitana.
Paco ama el billete por el billete mismo. Para él, el valor que tiene el dinero que fabrica todas las noches, va más allá de lo económico. Dice sentir orgullo cuando una de las piezas —de las series que él fabrica—, regresa a sus manos en alguna transacción.
Esos papelitos que, de mano en mano, miran pasar historias de esfuerzo; son considerados por quienes los imprimen como “pequeñas obras de arte” que los mexicanos no dedicamos tiempo para mirar, salvo para ganarlos, ahorrarlos o gastarlos.
Hace 20 años Francisco fue invitado por personal de Banxico, junto con y otros 200 alumnos de sexto semestre de la carrera Técnica de Productividad, para participar en un escrupuloso proceso donde las palabras “franqueza” y “honestidad” encabezaban la lista de requisitos.
Fue tan minucioso el proceso de selección, que mientras Paco esperaba afuera de las oficinas del Banco de México para hacer el examen, los agentes de seguridad de la dependencia visitaban su casa y la calle donde vivía y realizaron preguntas relacionadas con él entre familiares y vecinos.
“Como uno no tiene nada que ocultar y siempre ha sido honesto y trabajador, creo que eso fue lo que me trajo acá”, comenta Paco, asomando una sonrisa.