Aumentan tomas clandestinas
En dos años crecieron lo mismo que en todo el sexenio de Calderón
Foto: Archivo / El Gráfico
En el ejido Recoveco —un poblado escondido, de unos mil 600 habitantes, de Mocorito, Sinaloa— Alonso se preparaba para trasladar gasolina de contenedores de plástico a un depósito de combustible subterráneo, cuando fue sorprendido por una patrulla de la Policía Ministerial que recorría el lugar.
Era un día de febrero de 2015, y este hombre iba a verter 2 mil litros de hidrocarburo, que habían sido extraídos de forma clandestina de un ducto de Pemex, a una cisterna sepultada en un lote terregoso.
Alonso no era un vendedor cualquiera, tenía una gasolinera improvisada: la operaba a la vista de todos e incluso tenía máquina despachadora de combustible, contador de litros, manguera y pistola. Y Mocorito tampoco es un municipio cualquiera: ocupa el cuarto lugar con más ‘ordeñas’ del país.
De acuerdo con pobladores de la zona, el litro de combustible en el ‘mercado negro’ se cotiza entre cinco y ocho pesos, según la urgencia económica de los grupos delictivos que lo venden. El precio representa la mitad o casi la mitad del valor en las gasolineras legales: 13.57 pesos la verde y 14.38 pesos la roja.
“Por eso tiene mucha demanda, ni en la frontera vale eso”, dice Pedro Daniel, habitante.
Ilícito al alza. En los primeros dos años del actual gobierno se han detectado más tomas clandestinas que en todo el sexenio de Felipe Calderón, y la tendencia es al alza.
Según datos oficiales de Pemex a esta casa editorial —vía la Ley de Transparencia— en 2013 se registraron 2 mil 614 tomas; en 2014, 3 mil 348, que en total suman 5 mil 962, mientras que en el sexenio pasado creció de 324, en 2007, a mil 635 en 2012. En todo el sexenio sumaron 4 mil 865. Con Vicente Fox, las tomas crecieron, pero las cantidades fueron menores: pasó de 132 en 2001 a 213 en 2006, y cerró el gobierno con 890.
Negocio del crimen organizado. Este negocio ilícito, en el que participan activamente trabajadores de Pemex, narcos y empresarios, ha crecido de forma exponencial por la permisividad del sindicato y la falta de mano dura de Pemex, afirma el especialista, Raúl Benítez Manaut. “Para robar combustible de tomas clandestinas es necesario tener conocimiento técnico y equipo, que sólo los trabajadores conocen. Es muy probable que el sindicato sea el principal responsable de esto… pero lo toleran”, comenta.
Aseguró que el robo de combustible es un negocio donde el narco no es el principal actor. “Es un crimen institucional, del sindicato de Pemex y de los empresarios que venden la gasolina robada”.
S. Meza y S. Hernández