Tijuana.– Alicia prefiere ser identificada con ese nombre, pero su identidad es otra. Es una mujer pequeñita, con cabello largo y negro. Tiene más de 40 años y desde antes de la pandemia se integró a una y entregarlas hasta sus destinos en Estados Unidos.

Es famosa en esta región, en la zona noreste de Tijuana. La gente la conoce por dos cosas principalmente: su sazón y porque conoce los cruces seguros. Su actividad consiste en canalizar a los migrantes con sus “guías”, .

Para muchas familias, el miedo a quedarse atrapados una vez que llegara la nueva administración .

“Nada de lo que está pasando va a detener a las familias. Tienen necesidad porque hay sitios donde simplemente ya no se puede vivir”, cuenta Alicia, mientras corta un pedazo de pan típico de la región del Istmo, “Y sí, a pesar de todo, créame, van a cruzar”.

Costos y recuerdos

El costo por cruzar la frontera hasta sus destinos puede variar, desde los 12 mil y 20 mil dólares, es decir entre 240 mil y 400 mil pesos por cruzar (a tipo de cambio de 20.37 pesos).

Según lo que se pague, hay diferentes rutas y diferentes métodos, que son principalmente a través de túneles y los puertos fronterizos.

“No se imagina”, explica la mujer mientras se le dibuja una sonrisa al recordar las historias que conoce, “la gente cruza en sus narices”.

En octubre, una familia con al menos dos niños y una niña habían pagado 10 mil dólares por cada uno, porque cuando son menores de edad el costo es menor.


Se había reforzado la frontera y optaron por cruzarlos a través del puerto fronterizo. Esperaron un par de días y eligieron el 31 de octubre, en pleno Halloween. Iban difrazados de muerte y catrina. Los mezclaron entre un grupo de niños, el coche conducido por una mujer y a todos les entregaron una visa. No tardó más de cinco minutos la revisión de los documentos del oficial de la Oficina de Aduana y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas).

“It's ok”, les dijo el oficial, y cruzaron. Cada menor fue entregado a su familia que ya los aguardaba del otro lado de la frontera.

Alicia explica que el costo podría incrementar porque la cantidad de dinero que se cobra se reparte entre mucha gente: los “guías”, los que reclutan y los agentes, tanto los que están en la aduana de Estados Unidos como los del lado mexicano. A ellos, dice, se les paga por no hacer nada.

“Ellos en realidad no tienen que participar, sólo se hacen tarugos”.

Cruzó y lo deportaron

Javier es chiapaneco, recién retornado a Tijuana. Los regresaron el martes 21 de enero. A él junto con su esposa y dos hijas pequeñas los aseguraron oficiales migratorios, dijo, cuando apenas les habían entregado un documento que les permitía quedarse en EU.

“Nos trataron peor que animales, se burlaban de nosotros, nos mentían porque a veces querían que firmáramos hojas, pero era para regresarnos. Ellos piensan que uno deja su vida entera nada más porque sí, pero no, dejamos todo porque ya no podemos estar ahí y nuestra única opción es cruzar y lo vamos a volver a intentar”, asegura.

Javier y su familia son parte de los miles de migrantes brincaron el muro con una escalera. Pensó que al cruzar solo tendría que pedir asilo.

Él no tenía medio millón de pesos para pagarle a un pollero, pero juntó 500 dólares para que tres hombres postrados en la frontera, a un costado del muro, les ayudarán a brincar.

Ya en territorio estadounidense, se quedan hasta que oficiales de la patrulla fronteriza llegan, y ellos piden asilo.


Aunque la seguridad en la frontera mexicana fue reforzada, los traficantes dicen que es muy sencillo liberar los sitios: “les pagamos 500 o mil pesos, depende de la cantidad (de migrantes)”, explica uno de los hombres que coloca la escalera.

“Nosotros llegamos, pagamos y ellos van por un café, nos dan unos 10 minutos, pero cruzar a la gente toma mucho menos, de verdad, los brincamos casi enfrente de ellos”.

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