Bailarines de danzón piden a autoridades darle mantenimiento a emblemática pista en Toluca

TOLUCA.— Todos los martes y jueves, don Eufracio cambia los tenis con los que entrena cachibol en la deportiva Agustín Millán. Se baña, se perfuma, se pone su mejor traje y zapatos, un sombrero y una pluma; revisa en el espejo que su estilo “pachuco” esté impecable y se encamina a la Concha Acústica para bailar.

Con sus 81 años no llega tarde, ni por un minuto, a las tardes de danzón. Con elegancia da unas vueltas por el sitio enclavado en los míticos Portales de Toluca, observa y en cuanto ve que alguna mujer, sin importar su edad, comienza a mover los pies, le pide amablemente que baile con él.

“Vengo desde hace 15 años, martes y jueves y no tengo una pareja exclusiva”.

Sin pena le pide bailar a todas las damas, siempre con respeto, aseguró, pues si se extralimita con una, puede perder la oportunidad de bailar su adorado danzón.

SABROSURA Y VICIO

En punto de las 4:30 de la tarde de cada martes y jueves, desde hace 15 años, la música suena, la pista se abre. Decenas de parejas se dejan llevar por la “sabrosura” de la música. En ese momento no hay cuentas que pagar, políticos que criticar, ni desamores para llorar, sólo pachanga que permite conocer nuevos rostros, nuevos y mejores pasos. Para Eufracio, quien perteneció a la primera generación de Potros Salvajes e incluso entrenó con Filiberto Navas, el baile es su único vicio. 

MEJORAS

Las tardes de danzón son el pretexto perfecto para convivir, es por ello con que don Eufracio pide que las autoridades municipales cuiden mejor de un espacio que reintegra a las personas de la tercera edad a una sociedad que vive a prisa.

“Aquí hay distintas personas, distintas formas de vestir, lo único que hace falta es que haya una autoridad que lo cuide mejor. Antes pulían el piso de todo el portal y ahora ni lo lavan, faltan ciertas cosas, queremos que nos dignifiquen la Concha Acústica, que le pongan vitrales, éste es uno de los puntos más famosos de Toluca”.

Deslizándose, las decenas de parejas disfrutan de cada nota, cada sonrisa, se llenan de vida con el baile de salón hasta las 7:30 de la noche, en ese momento la música para, se despiden y prometen verse de nuevo para revivir sus mejores épocas.