EN CEROCAHUI
Fieles dan el último adiós a los sacerdotes asesinados en Chihuahua, exigen parar violencia
(Foto: Christian Torres, El Gráfico)
CHIHUAHUA.- Los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos descansan desde ayer en la tierra y templo al que le entregaron su vida y servicio: Cerocahui.
Desde antes de las 10 de la mañana el templo San Francisco Javier se vio abarrotado de fieles que les daban el último adiós.
Muchos de ellos fueron para agradecer la ayuda que los padres les brindaron en los momentos más difíciles de su vida.
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Entre esas personas estaba Lencha, de la Diócesis Tarahumara, quien hace unos años perdió a su hija tras desaparecer en San Juanito, Chihuahua.
Javier Campos, conocido como ‘El padre Gallo’, la ayudó por más de 47 días a buscar a su hija. “Los conocí desde que cayeron aquí, para mí fueron mis mejores amigos en la vida, porque ellos siempre estuvieron ahí en las buenas y en las malas. Los dos, pero ‘El padre Gallo’ más”, contó.
También llegaron habitantes de Piedras Verdes —a 600 kilómetros al norte del estado—, quienes aseguraron que ‘El padre Gallo’ ofició su última misa con ellos el 19 de junio, un día antes de ser asesinado; “fueron sus últimas misas allá. Ahorita sentimos una tristeza muy grande porque eran unas personas muy queridas. Ellos, para lo que necesitáramos, con la gente humilde, con los tarahumaras; un enfermo, ahí iban”, dijo Yolanda Torres, de Piedras Verdes.
Durante el sermón de la misa de cuerpo presente, el obispo de la Diócesis Tarahumara, monseñor Juan Manuel González, reiteró el llamado a un “hasta aquí”, a la impunidad y violencia que se viven en el país.
“Un hasta aquí a la violencia e impunidad, un alto a las fuerzas del mal. La muerte de nuestros hermanos debe de ser un motivo de esperanza para la reconstrucción del tejido social”, expresó el obispo. Pidió no juzgar ni señalar, sino asumir cada uno (los tres niveles de gobierno) su responsabilidad.
(Fotos: Christian Torres, El Gráfico / EFE)
“Como cristianos, hoy más que nunca, tenemos que estar unidos como pueblo y autoridades.” Pidió respeto y exigencia crítica para superar la ruptura del tejido social que se vive en el país.
“Es esperanza de vida para todos nosotros. Algo bueno, muy bueno va a surgir, va a suceder algo. Veremos una tierra y de paz y libertad”, expuso.
Entre aplausos y bendiciones fueron depositados los cuerpos en dos tumbas que se cavaron en la entrada de la iglesia, en el centro del pueblo.
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