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Pero el panorama se complicó, pues Mariano perdió un empleo, y vencidos algunos de los pagarés, la financiera de la universidad los presionó a través de un despacho de cobranza, cuyos representantes los amenazaron con la baja de Manuel de la universidad y, lo peor, con una demanda civil con el fin de embargarles algún bien.
Agobiado, Mariano se presentó a la financiera de la universidad, donde un ejecutivo le ofreció una salida: aceptar una mediación civil en el Centro de Justicia Alternativa del Poder Judicial de la CDMX, a fin de llegar a un acuerdo, en beneficio del estudiante, pero también de la escuela.
Llegada la cita a la primera sesión, el mediador civil le explicó a Mariano los alcances y naturaleza del convenio de mediación.
Para la segunda sesión, el representante de la financiera presentó el monto con intereses que adeudaba Mariano, quien se dijo dispuesto a pagarlo. Propuso ampliar el plazo de pagos seis meses, y pidió garantías para que su hijo no fuese hostigado.
El representante aceptó, y en esos términos firmaron el convenio de mediación, que, por un lado, permitió a Manuel continuar con sus estudios, a su papá, tener más tiempo para pagar, y a la institución financiera, la certeza de pago.