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“Ahora hasta nuestros compradores que vienen de otras entidades o municipios, deben pagar cuota. No hemos podido levantarnos desde la pandemia que nos llevó a la quiebra a muchos y luego, llevamos años, décadas en este ambiente de violencia, que hoy ven las autoridades porque reventó Tixca (Texcaltitlán), pero estábamos así desde hace años”, dijeron.
Por dichos cultivos pagan cuota, al menos 10 pesos por arpilla o un peso por metro cuadrado, incluso un porcentaje de las ganancias, “hayamos vendido o no”, aunque muchos de los casos no los denuncian.
“Ya no se sabe, el policía municipal, el estatal, en el ministerio público, la Guardia Nacional y hasta los taxistas, otros comerciantes, no se sabe en quién podemos confiar, a quién realmente le vamos a denunciar para que suceda algo y aprehendan a los extorsionadores”, dijo un floricultor de Villa Guerrero.
En algunos casos han tenido que dejar sus invernaderos pues ha sido difícil recuperarse de las condiciones económicas, sobre todo si persisten los amagos. “El temor es superior al ánimo de acudir con las autoridades”, señalaron.
Comentaron que hay casos en los que incluso deben comprar fertilizantes, tierra, e insumos para los cultivos con determinados proveedores, zonas donde los trabajadores que contratan pueden o no estar relacionados con las células delictivas y ser los informantes sobre lo que llegan a vender, hasta deben pagar agua al doble del costo.
Consideraron que las autoridades municipales no han hecho nada por sus comunidades y la gente está asustada tras el enfrentamiento en Texcapilla, donde fallecieron 14 personas.