EL GRAFIQUITO: ¿Qué es esponjoso, delicioso y no puede faltar en las fiestas infantiles?

Por Silva Ojanguren y Beatriz Jasso

En El Grafiquito, que podrás obtener domingo a domingo en tu edición impresa de El Gráfico, encontrarás el contenido más chido para que tus hijos puedan disfrutar de las noticias más frescas acorde a su edad y sus intereses. Como cada semana, te dejamos una probadita de lo que verás hoy: 

Las esponjosas nubes rosas, azules, moradas o amarillas tienen una exquisita historia que las respalda como una de las delicias más queridas y populares, infaltables en las fiestas

¿De dónde viene esta ricura? Se dice que fue en Italia donde unos curiosos de la cocina y la repostería experimentaron hace muchos siglos con el azúcar.

En el siglo XV, ya la derretían y la convertían en líquido para decorar postres. Siglos después, 1773, se comenzó a fundir como hilos finos. Otros curiosos, enamorados de los postres usaban un cuchillo para meter en el azúcar líquido y sacar esas hebras dulces, pero estaban lejos de ser “algodón”, como el que conoces de los parques de diversión. 

Y estos hilos, mucho tiempo después, fueron la inspiración de quienes pensando e imaginando, inventaron el algodón de dulce.

SORPRENDENTE. Pero seguro no sospechas quién pudo ser ese curioso. Pues nada menos que un dentista; sí, un dentista, esos que te advierten que no comas dulces o azúcar porque se te pican los dientes.

Se llamaba William Morrison y tenía un conocido que era su socio, de profesión pastelero, John Warton; ambos son los creadores de la máquina que hasta hoy en día se utiliza para hacer el megafamoso algodón de dulce.

(Fotos: Unsplash)

Este par patentó su creación en 1897. Con un recipiente calentado con fuego y un sistema giratorio, la máquina lograba pasar el azúcar a hebras finas, ¡solo con la fuerza centrífuga de los giros!

MÁQUINA MÁGICA. En el inicio del siglo XX, en 1904, la máquina de Morrison y Warton ya tenía un nombre: Hilo de Hadas. Con ella ambos lograron el éxito económico y ganaron miles de dólares vendiéndola.

BAUTIZADO. Unos 17 años después, ooootro dentista de nombre Joseph Lascaux, sí como lo lees, hizo una versión propia de los hilos esponjosos de azúcar y lo llamó “algodón de dulce”. 

Este nombre es el que finalmente perduró y se extendió por el mundo entero para reconocer al azúcar giratorio convertido en nubes de colores.

Hoy en día, existen incluso máquinas caseras, sofisticadas, para hacerlo en casa y hasta se venden en botes y en capas de colores, pero no hay nada como el carrito de la feria y la deliciosa magia del palito sosteniendo tu esponjosa azúcar o el resto derretido que te queda en las comisuras de tus los labios tras el atracón, ¿cierto? 

INFOGRAFÍA 

VAMOS A JUGAR CON CHEPITO 

A REÍR CON TERRY

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