CANTO CON DOLOR

Con norteñas y chelas, honran a “El Cumbias” en el panetón de Neza este Día de Muertos

Con norteñas y chelas, honran a “El Cumbias” en el panetón de Neza este Día de Muertos

Con norteñas y chelas, honran a “El Cumbias” en el panetón de Neza este Día de Muertos (Foto: Diego Simón, El Gráfico)

Al día 02/11/2022 21:36 Emilio Fernández Actualizada 21:36
 

ESTADO DE MÉXICO.- El panteón municipal de Nezahualcóyotl ayer empezó a recibir a los habitantes que visitan con flores y música durante este Día de Muertos a sus seres queridos, que se les adelantaron en el viaje sin retorno.

Uno de ellos fue Rafael, integrante del grupo norteño Horizonte, quien le cantó a su hermano Cumberto Mundo, quien murió hace un año.

“Te vas ángel mío, ya vas a partir dejando mi alma herida y un corazón a sufrir, te vas y me dejas un inmenso dolor. Recuerdo inolvidable me ha quedado de tu amor”, entonó acompañado de otros dos músicos que llegaron para honrar a “El Cumbias”, como le decían de cariño al difunto.

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En la ofrenda de “El Cumbias” no podían faltar las “chelas” que tomaba para afinar la garganta de tanto cantar y cantar, hasta que una falla pulmonar acabó con su vida; desde hace más de 14 meses yacen sus restos en el cementerio municipal.

Antes de que el trío norteño cantara en otras tumbas, el acordeón, la guitarra y el tololoche fueron para él. “Con todo el cariño para ti, carnal, aunque vemos que estás mejor atendido que nosotros, porque tienes tus cervezas. Esta canción va para ti”.

Para Lucía Rodríguez López estas fechas son muy dolorosas, porque perdió a su hijo mayor hace algunos años y aún le llora en su tumba cada vez que lo visita.

“Vengo a ver a mi hijo, hace tres años que falleció él y parece que acaba de ser, él murió de diabetes, murió a los 48 años. Era mi hijo el mayor, vengo seguido a verlo, es lo único que me queda, venir a verlo nada más, porque a él ya no”, contó entre sollozos.

La mayoría de los deudos aprovechó la estancia para limpiar las tumbas, llevarles su comida y bebida favorita, ponerles las música que les gustaba y platicar con ellos.

La dualidad impregnó el camposanto: dolor y alegría se combinaron. Lloran porque partieron, pero ríen al recordarlos en vida.

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