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“La primera vez que llegaron, hace un año y medio, estaba sola. Uno llegó en moto; el otro a pie. Pensé que venían a recoger a la clienta, pero cuando le abrí para salir, ellos entraron con una pistola y les entregué el dinero de ese día”, recordó la joven.
Las “visitas” a “Mayra” no son mensuales, pero sí periódicas. “Diciembre es de filo. Lo mismo septiembre, a veces julio. Coinciden con mayor clientela. Cobro los servicios entre 500 pesos, mil pesos, mil 500 y en un día hago dos o tres, se llevan hasta tres mil, cuatro mil pesos”, explicó.
“He pensado en denunciar, pero no puedo quedarme sin comer. Los negocios de dinero, como pollerías que salen en las noticias, pagan, no hay de otra”, dijo.