Habitantes del norte de Morelos festejarán el Día de Muertos con la tradición tlahuica
(Foto: Francisco Quiroz, El Gráfico)
CUERNAVACA.— Hablar de Ocotepec en Día de Muertos es hablar de Aztlá Chicomoztoc, es decir, del origen del pueblo tlahuica.
Y es que este pueblo, ubicado al norte de Cuernavaca, todavía preserva antiguas tradiciones de las “siete tribus nahuatlacas”.
Marcial Belmonte, originario del pueblo de Ocotepec, del barrio Tlanihuic, destacó que cada 2 de noviembre en esta localidad se cerraba el ciclo agrícola que empezaba en febrero; “entonces, coincidía con la llegada de nuestros difuntos y el dios Cintéotl del maíz sagrado; están combinadas la llegada de nuestros difuntos y la cosecha para una nueva vida, y sabemos que nuestros difuntos tienen una nueva vida”.
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Marcial afirmó que en el pasado, los abuelos sabían que estas fechas no están ligadas a los muertos, sino a la fuerza espiritual, al alma del difunto y, por eso, para ellos no existe la muerte porque el alma no muere.
“No se hace ofrenda al muerto, sino al espíritu que está vivo en nuestra mente, en nuestra alma y nuestros corazones, entonces esa es la forma en la que se celebra a nuestra gente”.
(Foto: Francisco Quiroz, El Gráfico)
Con la llegada de los españoles se combinaron las culturas, pero permanecen los olores, colores y costumbres del pueblo tlahuica.
Y justo una de esas particularidades son las flores que se colocan en las ofrendas, como el cempasúchil y otros tagetes que, por sus aromas y colores, guían el camino de los difuntos.
Según Marcial, estas flores, de entre muchas, son las que más duran después de cortarlas, por lo que esa particularidad fue elegida por los tlahuicas para iluminar el camino y más que una flor de muerto, es una flor de vida y espíritu.