HISTORIAS DE TAXISTAS
Norteño se convirtió en taxista tras enamorarse en la Ciudad de México
Norteño se convirtió en taxista tras enamorarse en la Ciudad de México (Foto: Cuartoscuro)
Sin lugar a dudas que ser conductor de un taxi es una de las profesiones más nobles.
Pedro Marchena nos cuenta que hace 15 años llegó de su natal Culiacán a la Ciudad de México
.
“Vine con un primo a trabajar en la construcción de un edificio en Polanco y en la cocinita donde comía, trabajaba una plebita (jovencita) que me gustaba.
“Le hice la plática y al poco tiempo comenzamos a salir, el tiempo pasó, se acabó el edificio y me tenía que devolver a mi tierra, pero ella me dijo que me quedara y le hice caso, pero se me fue acabando el dinero y empecé a buscar trabajo.
Un día, ella me presentó a un señor que tenía un taxi y me lo dio a trabajar.
“Al principio me costó trabajo porque no conocía la ciudad, pero los pasajeros me la fueron enseñando y ahora la domino totalmente, mucho mejor que algunos compañeros.
“A los dos años, me casé con Maribel y soy papá de dos niños, ya soy un chilango a mucha honra. Es algo maravilloso”.
Hace apenas unos meses, Pedro se compró su coche y renta las placas.
“Yo solo venía por unos meses y me quedé para siempre. Claro, es un oficio peligroso, pero muy noble, porque me da para lo que necesita mi familia”, concluye su historia.
Si quieres ver publicada tu historia, mándala al correo a [email protected]