SUS GUARDIANAS
Café, pan dulce y abejas: la increíble historia de la “Reina de las Abejas” en la Condesa
"Vienen sólo un rato a alimentarse y se van, no están aquí todo el tiempo"
Foto: (Alberto González. El Gráfico)
Como salida de una fábula y con una eterna sonrisa, la señora Mary vende café y pan dulce en un triciclo al que custodian cientos de abejas.
Conocida por clientes y vecinos como la “Reina de las Abejas”, desde hace 12 años, doña María Juárez se ha ido convirtiendo en un ícono de la colonia Condesa, pues atiende a su clientela en medio de una sinfonía que nace del tintineo de las cucharas, los chorros humeantes de café que caen en los vasos térmicos y del zumbido constante de una multitud de abejas que se alimentan e hidratan en el changarro rodante de la señora de 43 años.
“Las abejas van y vienen, vienen sólo un rato a alimentarse un rato y se van, no están aquí todo el tiempo. Así es de sabia la naturaleza, si yo llego a las seis de la mañana, aunque esté oscuro, ellas empiezan a buscarme (…) llegaron solas, se dieron cuenta de que no les tuve miedo, y poco a poco ya eran abundantes, toman bastante agua en este recipiente”, comentó Mary.
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Además de su impecable atención a sus comensales, la mujer originaria de Jalacingo, Veracruz, maneja un excelente sentido del humor al contar cómo las abejas comenzaron a acercarse a ella en plena ‘hora pico’ matutina.
“Empezaron viniendo unas cuantas y de repente ya vi que eran demasiadas, entonces decidí dejarlas, que se pasaran, no sé a qué se debe, pero ya están aquí”, agregó la “Reina de las Abejas”.
‘PLATICAN CON ELLA’
Jugando y no, asegura que las abejas platican con ella y cuenta que hace casi cinco años leyó un artículo en el que se enteró que ellas reconocen los rostros de las personas, por eso le gusta sentirse bendecida por sus “amiguitas” que muy pocas veces han dejado sus aguijones en su piel jarocha.
Esta artesana del café instantáneo constantemente rocía agua en una pequeña cubeta con azúcar en donde revolotean y posan las abejas ante la mirada incrédula de sus clientes nuevos y la certeza de su clientela de siempre de que las abejas se acercan a ella por su buena vibra.
“Le da un toque especial al café porque sabe distinto, yo creo que por eso tiene mucha gente”, aseguró Michel, un cliente frecuente.
“Al principio era una experiencia medio rara ver tantas abejas y que la gente a cada rato le preguntara que si eran de ella, que si venían solas, y ya después Mary nos explicó que le fueron llegando solitas”, comentó Levy, un oficinista que labora en la zona.
A un costado del Parque España, todos los días desde seis de la mañana y hasta el mediodía, doña Mary vende pan, café y casi con una devoción solemne alimenta a un colmenar.