¿QUÉ LES PEDÍAS?
Niños mexicanos no tienen llenadera, piden regalos a Reyes Magos, Niño Dios y Santa Claus
(Foto: Ilustrativa, Unsplash)
La llegada de los Reyes Magos significa para muchos niños una de las épocas más emocionantes del año, por traer la alegría y los juguetes que muchos añoran tener conforme se acerca la fecha: el 6 de enero.
Pero así como Melchor, Gaspar y Baltasar, también existen el Niño Dios o Santa Claus, quienes se encargan de la misma tarea de llenar de alegría y juguetes a los pequeños de la casa.
Los Hombres Sabios. Se sabe que antes de ser considerados Reyes y magos, Melchor, Gaspar y Baltasar eran sacerdotes que provenían del antiguo Oriente y que tras el nacimiento de Jesús, le rindieron homenaje al entregarle tres regalos simbólicos: oro, incienso y mirra.
Esta tradición llegó a México después de la Conquista, que llegó a adaptarse con el tiempo con la colocación de los nacimientos, la rosca y la carta que envían los niños para que les traigan juguetes, cada 6 de enero.
El Niño Dios. Así como los tres Reyes Magos traen regalos a los niños, en otras partes de México, el Niño Dios se encarga de hacer lo mismo, pero cada 25 de diciembre.
Y es que, después de pasar la Nochebuena en familia, mientras los niños duermen, junto al árbol de Navidad, el Niño Jesús les deja regalos y juguetes, dependiendo de su comportamiento durante todo el año.
Y por la mañana del día 25, los niños abren sus regalos, para que después salgan a jugar con los juguetes nuevos y junto a sus amigos.
Papa Noel. Una tradición más, aunque no mexicana, es la de Papá Noel, o mejor conocido como Santa Claus, que en ciertas partes de nuestro país fue adoptada por la cultura estadounidense.
Pero esta tradición, más que tener un origen en el país vecino del norte, proviene de Turquía, en el siglo IV y un niño llamado Nicolás.
En algún momento de su corta vida, Nicolás quedó huérfano, pero heredó una gran fortuna. Al crecer, Nicolás ya todo un hombre, decidió convertirse en sacerdote y optó por compartir su herencia con otros niños que habían quedado huérfanos, hasta su muerte.
Al morir, el espíritu de Nicolás se inmortalizó y lo convirtió en Santa Claus, que cada 25 de diciembre, pasa a través de las chimeneas de muchas partes del mundo, y deja los regalos junto al árbol de Navidad.