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Antes de morir, ella pidió a Javier y Antonio la promesa de que se apoyaran mutuamente para sacar adelante a sus hijos.
Tras el deceso, Javier sabía que, por su trabajo, no contaba con el tiempo para cuidar de sus hijos. Antonio, que trabajaba en su negocio, y consciente del compromiso moral con su hermana, ofreció a Javier seguir al cuidado de sus sobrinos.
Así lo convinieron de palabra, pero Javier pensó después que era necesario dar formalidad legal a algo tan relevante para sus hijos, así que acudió al Centro de Justicia Alternativa (CJA) del Poder Judicial, para que, vía mediación, firmara un convenio con su excuñado.
En una primera sesión, el mediador familiar les explicó los alcances del convenio y los aspectos que debería incluir: guarda y custodia, alimentos, y régimen de visitas.
Para una segunda sesión, convinieron en que, si bien la guarda y custodia quedaba en su papá, su tío se haría cargo de sus cuidados entre semana; acordaron que Javier aportaría la pensión alimenticia.
Asentaron, además, como régimen de visitas, que Javier se haría cargo de ellos los fines de semana, así como en vacaciones. Javier y Antonio dijeron sentirse satisfechos por cumplir el deseo de Angelina.