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(Foto ilustrativa: Unsplash)
Al ingerir el alcohol, las moléculas de etanol se cuelan hasta el sistema digestivo, donde llegan al hígado, órgano que cuenta con dos encimas muy importantes para la descomposición de estas partículas de etanol, las cuales se llaman ADH o alcohol deshidrogenasa y la otra ALDH o también aldehído deshidrogenasa, sin embargo a pesar de que estas dos enzimas han hecho su trabajo y descompusieron gran parte del alcohol dentro de nuestro cuerpo, hay pequeñas moléculas que lograron burlar con éxito a las enzimas del hígado, con pase directo a nuestro cerebro.
Alojadas las pequeñas partículas de alcohol en nuestra materia gris, éstas activan un neurotransmisor llamado GABA, el cual es un inhibidor, y desactivan al neurotransmisor Glutamato que es un excitador, hecho que reduce la comunicación entre nuestras neuronas, permitiendo que nuestro cuerpo en dosis moderadas de etanol se sienta relajado, y en mayor cantidad provoque sueño, pero en caso de un consumo excesivo esto puede llevar a la muerte.

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De igual forma el alcohol estimula a un grupo de neuronas relacionadas con la motivación, hecho que libera dopamina en nuestro cerebro, además de la liberación de endorfinas, ambas sustancias relacionadas con el placer, en el caso de las endorfinas éstas también se asocian con la relajación y la euforia, suceso por el cual muchas personas se sienten bien al momento de consumir ciertas cantidades de alcohol.

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Cabe destacar que los movimientos lentos, así como la dificultad para articular palabras en un estado de ebriedad se deben al aumento del neurotransmisor GABA, el cual como se menciona en párrafos anteriores es un inhibidor, en otras palabras, disminuye la actividad en nuestro cerebro, dificultando la conectividad entre neuronas, e impidiendo de forma correcta el habla o movimiento corporal; lo mismo ocurre con el lóbulo frontal, parte del cerebro encargada del comportamiento.

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Si bien las bebidas alcohólicas durante siglos han formado parte de diversas culturas y han sido frecuentes a la hora de socializar y pasar un agradable rato, por los efectos que provoca en nuestro encéfalo, también han sido la causa de diversas muertes, no sólo por enfermedades sino también por accidentes de tránsito, sin contar que un consumo abusivo afecta también en la vida personal, escolar y profesional.
Acorde con datos de la OMS, un 13,5% aproximadamente de las muertes de entre personas de 20 a 39 años a nivel mundial se atribuyen al consumo de alcohol.