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A tal grado llegaron sus diferencias, que ya casi ni se dirigían la palabra.
Juventino acudió a la alcaldía a solicitar ayuda; ahí le indicaron que una opción era el servicio de mediación brindado gratuitamente en el Centro de Justicia Alternativa (CJA) del Poder Judicial de la CDMX.
Acudió, y le confirmaron que el conflicto era mediable por la vía civil, y que esa opción era la mejor forma de resolverlo, construyendo ellos mismos un convenio bajo la premisa de ganar-ganar.
Atendidos por el mediador civil, ambos expresaron su sentir sobre su diferendo; Martín dijo a su amigo sentirse apenado por no haber pagado la renta, pues tuvo que atenderse un padecimiento.
Juventino le reprochó no haberle confiado la situación, al recordarle que eran amigos; expresó, además, pesadumbre por haberle demandado la desocupación del cuarto.
Martín expuso que recibiría ayuda de sus dos hijas para pagar el adeudo, y pidió a Juventino un mes para ponerse al corriente y retirar su exigencia de desocupación.
Juventino, apenado con su amigo, accedió, y en esos términos firmaron el convenio de mediación, que permitió no sólo resolver el diferendo legal, sino restañar la comprensión y la añeja amistad.