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Por Dara García y Diego Campos
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Desde que llegas al “changarro”, los taqueros te contagian con el “cotorreo” con el que hacen su labor de venta, pues escucharás frases como: “Cómpreme un taco, que no he comido”, “pásele, güerita”, “recuerden que aquí lo rico son los tacos y mis besos”, entre otras ocurrencias de los empleados.
Dicen que los tacos saben mejor cuando la tortilla está hecha a mano, y para confirmarlo, en este negocio mexiquense hay tres tortilleras que, con una buena técnica, han llegado a preparar hasta 300 kilos de masa en un día.
“Nosotros venimos desde Neza y, aunque nos queda un poquito retirado, como somos varios, comemos rico, nos llenamos y no gastamos tanto”, dijo Marcela Álvarez, una de las clientas.
En el momento en que te entregan tu taco, percibes el delicioso olor que desprende, y más de uno se queda perplejo con el brillo de la “grasita” en cada gramo.
Sin duda, quedarás sorprendido con tu plato repleto de carnitas que se desbordan de la tortilla.
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Para acompañarlo, el personal prepara la típica salsa verde hecha de aguacate y chiles serranos; la roja es la más picosa, pero igual hace una combinación perfecta para disfrutar del platillo.
Para aquellas personas que no son tan “fans” de las carnitas, el menú les ofrece alternativas —también monumentales— de longaniza, bistec, carne enchilada y pechuga, que puedes acompañar con papas, nopales y frijoles… ¡Aquí todo es gigante!
A pesar de que es un lugar muy concurrido, el tiempo de espera es mínimo, pues no tardas más de 15 minutos en tomar un lugar y que te den tus ‘megatacos’.
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(Fotos: Diego Campos)
Si eres muy aventado y de buen comer, esta taquería tiene un verdadero desafío que sólo los más osados han podido con él: se trata de comer cinco tacos y tomar dos cocas, y aquellos que lo cumplan no pagan absolutamente nada en el establecimiento, narra Fernanda, hija del fundador del comercio.