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Por: Atenea Campuzano
En este local, de escasos 5 metros cuadrados, Martín ha dedicado la mitad de su vida a reparar, restaurar y embellecer a figuras del arte sacro, como al Niño Dios y la Virgen María.
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Foto: (Diego Montesinos. El Gráfico)
Es su pasión. “Me gusta reparar las cosas”, aseguró mientras con un pincel decoraba las orillas del pañal de Juan. Es artesano desde los 20 años, aunque no tuvo un aprendizaje profesional.
Con práctica, amor y devoción, de forma empírica y a través de los años, fue puliendo su técnica.
“Con el transcurso del tiempo entendí que era mi vocación, empecé por mero entretenimiento. Jamás imaginé que me pagarían por algo que me gustaba”, narró.
Al “Hospital del Niño Dios”, —como él llama a su negocio— las casi 50 figuras de porcelana y resina que recibe diariamente en la semana previa a La Candelaria, “llegan casi como un rompecabezas”.
Los costos van desde 30 pesos por un dedo o un raspón, hasta los 400 pesos por una restauración completa de una figura de medio metro, en su local en La Merced.