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Por: Jesús Bustamante
Un puntero es una persona que vigila una zona para un grupo criminal en Sinaloa, en otros lugares se les conoce como halcones.
Les dicen así porque les asignan un punto fijo para que desde allí reporten lo que sucede.
Sin embargo, otra de sus funciones principales es ir detrás de los vehículos del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional.
En Culiacán es común observar a jóvenes punteros con radio en mano detrás de las Fuerzas Armadas.
“El seguimiento es “bulevar por bulevar, calle por calle”.
El mes pasado, durante los operativos militares para intentar rescatar a 66 personas privadas de su libertad, operaron sin descanso detrás de las camionetas oficiales. El gobierno no liberó a ninguna, ni realizó detenciones.
En los dos Culiacanazos anteriores, la estructura de monitores fue fundamental para disminuir el efecto negativo contra la organización criminal.
Los punteros no son difíciles de identificar. Regularmente son jóvenes veinteañeros o menores de edad, incluso de 13 años. Delgados, con gorras, motocicleta barata y radio.
Su horario es de 12 horas de trabajo por 12 horas libres.
“No hay Navidad ni Año Nuevo ni Día de las Madres”, comenta.
Le pagan cuatro mil pesos a la quincena. No le parece mal, pero advierte que dentro de la estructura se puede “ascender” si se es reclutado como sicario. Entonces la paga es de siete mil pesos a la quincena, se trabajan 20 días y se descansan cinco.
La persona con la que él labora, El Jefe, no le permite consumir drogas porque puede equivocarse fácilmente y porque se puede tratar de enfrentarse con las autoridades que vigilan. Eso “está penado” para todos.
Cualquier error, según su gravedad, se paga con golpes a través de “tableadas” o con la vida, por eso no se lo recomienda a nadie “mejor que se metan de albañil, dice.
En Culiacán, centro de operaciones internacionales del cártel, operan más de 700 punteros, según el cálculo de los jóvenes entrevistados.