Las mujeres guerreras
Hijas de la lucha libre
Rudas y técnicas, herederas de una pasión llamada lucha libre que llevan al límite sobre los cuadriláteros profesionales
Foto: Especial
De niñas jugaban a las muñecas, como cualquier pequeña. El tiempo pasó y sus juguetes fueron tomando bando, rudas o técnicas. La lucha libre se convirtió en su vida y hoy la defienden como auténticas herederas de los cuadriláteros.
Sangre Chicana, escandalizó los cuadriláteros en los 80 y 90, Lluvia es todo lo contrario sobre el ring. Su padre recibía mentadas, ella recoge aplausos y piropos, pero él le transmitió una pasión inquebrantable como gladiadora.
“Es mucha responsabilidad seguir su huella, pero un orgullo ser hija de una gran leyenda y de un rudazo. En casa para mí no fue problema ser luchadora, ya que cuento con el apoyo total, pero hay que reconocer que existe mucho machismo dentro de esta profesión”, comparte la esteta.
Admiró a su padre, fue su ejemplo pero en nada se parece a él cuando lucha. “Tengo mi propio estilo y nunca he tenido la oportunidad de compartir un ring con él, tampoco entrenamos juntos. Él vive en Laredo y las veces que he ido lo visito pero no se habla de lucha”.
HERENCIA DIABÓLICA. Regia, ruda, guapa, todo lo reune Tiffany. Hija de El Vasco y La Diabólica, quien ha construido su carrera durante dos décadas y sigue vigente en las filas del Consejo Mundial de Lucha Libre.
“Seguir sus pasos representa una gran responsabilidad puesto que traigo el legado que dejaron mi padre y madre en la lucha libre. Es complicado haber escogido este deporte ya que uno como mujer siempre es más relegada por los hombres y te encuentras con varios obstáculos a vencer y tienes que dejar a tu familia para ir en busca de tus sueños. Es algo difícil pero vale la pena el sacrificio”, advierte.
La lucha libre es su vida, siempre lo fue, “aunque como hija de luchador no me dejaba mi papá que tomara este camino. Ahora lo entiendo pero no me arrepiento. A mi madre me parezco en lo ruda y aguerrida en el cuadrilátero; a mi padre en lo tenaz y en el querer aprender”.
MAGNÍFICA ALUMNA. Campeona de lucha olímpica, La Magnifica conoció los secretos del pancracio del Gran Cochisse, un mentor estricto que no distinguía a su hija del resto de sus pupilos, en el gimnasio era una alumna más. “Eso para mi representa un compromiso por mi padre y mi madre, pues ellos iniciaron este legado y lo representaron muy bien. No por ser mujer me puedo quedar, atrás al contrario debo seguir sus pasos firmes”, acepta la luchadora, quien heredó el nombre de batalla de su mamá.
Pese a que en casa todo era lucha libre, tomar la decisión de estar en ella no fue sencilla, “es muy difícil por el hecho de que muchas somos madres, solteras o casadas eso no importa, la preocupación por tu casa tienes que dejarla abajo del ring. Esto es tu pasión”.
Ser madre la marcó, más aún, estuvo cerca de alejarla por siempre de los azotones de paga pero se aferró al sueño y lo persigue con entrega, “el tener que desprenderme de mi papel de Magnífica para seguir como la señora Tamara Barrón fue impactante. No saber si al ser madre podría regresar a luchar y ahora que lo hago, dejar a mis hijos y padre cada que viajo es muy duro”.
SECRETO ENMASCARADO. A veces ruda otras cuantas técnica. Reyna Oscura es luchadora, así lo decidió hace unos años. Una joven enmascarada que impacta con su presencia en los enlonados y guarda celosamente la identidad de su padre, quien forjó su sueño a ras de lona. “Siempre lo vi como un ídolo. Mi ejemplo a seguir, él fue el culpable de mi pasión por la lucha libre, verlo sangrar cuando luchaba me impactaba pero al mismo tiempo me infundía un deseo enorme de seguir sus pasos”, recuerda la pequeña malosa.
Un día empezó a entrenar con la mente puesta en continuar el legado de su padre, hoy trabaja para lograrlo y tiene en su padre a un crítico implacable que no le perdona los errores, “él no quería que fuera luchadora porque conocía todo lo que se sufre y sacrifica en este medio, pero en el fondo le gusta y, aunque platicamos poco de lucha libre cuando me ve trabajar me corrige”.
La Oscura nació con la sangre de luchadora corriendo vehemente por sus venas y no piensa traicionar a su destino, “quiero dejar huella en éste deporte y en parte será gracias a mi padre, él me enseñó, queriendo o no, el valor de este deporte y a defenderlo con toda la pasión en cada batalla”.
Son cuatro historias femeninas ligadas a los costalazos que llevan con orgullo su labor en el ring.