Juegos olímpicos de invierno

Esquiador mexicano roba corazones por este motivo, en Juegos de Invierno

Esquiador azteca llega en el último lugar, ondea bandera mexicana y es cargado en hombros

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Deportes 17/02/2018 09:29 Redacción Actualizada 09:29
 

Un día, la casualidad hizo que Germán Madrazo conociera la historia de un peruano que compitió en los Juegos Olímpicos de Invierno. 

Ayer, Madrazo fue el último en llegar en la prueba de 15 kilómetros, en el lugar 116, pero lo hizo a lo grande, porque alguien le dio una bandera mexicana que él ondeo con orgullo en la recta final de sus recorrido.

Al cruzar la meta, fue abrazado por los demás competidores y luego paseado en hombros, en un momento muy emotivo, que erizó la piel de los asistentes, porque México no tiene lugares para esquiar.

QUÉ HISTORIA. Madrazo tenía 42 años, un negocio que atender y padre de trillizos y tampoco tenía mucho dinero para costearse sus sueños. 

Lo que ocurrió entre aquella decisión y la prueba de 15 kilómetros de esquí de fondo que Madrazo disputó ayer tiene tintes de película ,y proyecto aventurero de tres deportistas, unidos en una fraternidad, incluido el chileno Yonathan Fernández, quien compitió en la misma jornada, y el tongano Pita Taufatofua, el mismo que desfiló sin camisa en la ceremonia inaugural. 

Madrazo, ahora de 43 años, ocupó el último puesto; pero el lugar no importa, sino la historia que Madrazo les quiere contar al mundo. 

“Lo que yo quiero que mis compatriotas sepan es que no importa si tienes 43 años, si no tienes dinero para practicar un deporte, si quieres hacerlo, puedes hacerlo”. 

Hay que creerle. Madrazo se entusiasmó tras conocer a fondo la historia de Roberto Carcelén, primer peruano en los Juegos Olímpicos de Invierno, en Vancouver 2010 y llegó a la meta del esquí de fondo en Sochi, pese a tener dos costillas fracturadas.

Mediante las redes sociales, el mexicano le preguntó a Carcelén si lo podía ayudar. En respuesta, le recomendó a su entrenador, residente en Estados Unidos.

“Le hablé a ese entrenador y me dijo ‘no puedo prepararte, porque no tengo tiempo, pero si me acompañas manejando seis mil kilómetros de Michigan a Utah, a donde tengo que entregar un coche, en el camino te enseño a esquiar’”, contó Madrazo a periodistas embelesados con la historia.

“Me subí al avión, no sabía siquiera si iba a ir por mí al aeropuerto, pero fue”. 

En cada zona donde había pistas para esquiar, el entrenador cumplió la promesa y fue preparando a su veterano discípulo. Pero una cosa era saber esquiar y otra conseguir el boleto olímpico.

Madrazo compitió mediante esquíes con ruedas, que le iban dando algunos puntos clasificatorios para los Juegos Olímpicos. Pero tenía que participar en pruebas sobre nieve. Como pudo, recorrió distintos encuentros de esquí, y en ellos conoció a Fernández y a Taufatofua. 

(Foto | AP)

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