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La elección de una sede para el Super Bowl, el evento deportivo más importante de Estados Unidos sigue un protocolo establecido por la NFL que inicia entre tres y cinco años antes de cada edición.
Este proceso, que ha evolucionado desde el primer Super Bowl en 1967, establece criterios específicos que las ciudades candidatas deben cumplir para aspirar a recibir el partido.
El requisito fundamental es contar con un estadio con capacidad mínima de 70,000 espectadores, equipado con tecnología de última generación. Las instalaciones deben incluir sistemas de iluminación especializados para transmisiones en alta definición y espacios designados para los más de 5,000 representantes de medios de comunicación que cubren el evento.
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La infraestructura hotelera representa otro factor decisivo. La NFL exige un mínimo de 25,000 habitaciones disponibles en un radio de una hora del estadio. Esta capacidad debe complementarse con un aeropuerto internacional que pueda manejar el incremento en el tráfico aéreo durante la semana del evento, cuando la ciudad recibe un promedio de 150,000 visitantes adicionales.
El clima fue históricamente un factor determinante en la selección. La NFL tradicionalmente prefería ciudades con clima cálido o estadios con techo retráctil, una tendencia que surgió después del Super Bowl XVI en Detroit, en 1982, donde las bajas temperaturas afectaron el desarrollo del evento. Sin embargo, esta política se flexibilizó en 2014, cuando el MetLife Stadium de Nueva Jersey, un recinto al aire libre en clima frío, albergó el Super Bowl XLVIII.
Las ciudades candidatas deben presentar sus propuestas ante el Comité de Eventos Especiales de la NFL. La presentación incluye planes detallados de logística, seguridad y alojamiento, además de propuestas para eventos complementarios como la NFL Experience, un parque temático temporal dedicado al fútbol americano que opera durante la semana previa al partido.
El aspecto económico juega un papel central en la selección. Las ciudades deben demostrar capacidad para cubrir los costos operativos del evento, que superan los 50 millones de dólares. Esta inversión se justifica con el retorno económico proyectado: una sede del Super Bowl puede generar entre 300 y 500 millones de dólares en actividad económica durante la semana del evento.
REMOJO
La NFL ha establecido una tendencia reciente de favorecer a las ciudades que invierten en nuevos estadios o renovaciones significativas. El SoFi Stadium de Los Ángeles, sede del Super Bowl LVI en 2022, ejemplifica esta política que incentiva la modernización de infraestructura deportiva.
La decisión final sobre la sede recae en los dueños de los equipos de la NFL, quienes votan durante sus reuniones anuales. El proceso competitivo ha llevado a las ciudades a desarrollar propuestas cada vez más elaboradas, que incluyen paquetes de beneficios económicos y mejoras en infraestructura urbana.
La selección de Las Vegas como sede del Super Bowl LVIX en 2024 marcó un hito en la historia del evento. La ciudad, anteriormente vetada por la NFL debido a su asociación con las apuestas deportivas, completó su transformación como destino deportivo tras la construcción del Allegiant Stadium y la reubicación de los Raiders desde Oakland.
Algo similar pasará este año con el Caesars Superdome de Nueva Orleans, la renombrada casa de los Saints desde 1975 que recibirá el juego entre los Kansas City Chiefs y los Philadelphia Eagles este domingo, sede que organiza su octavo Super Bowl.
A partir de su más reciente renovación, el Superdome está listo para recibir a 76,000 fans del futbol americano perfectamente bien sentados.