Amapola y Comandante se trepan al ring para desenmascarar el machismo

Cuando Amapola y La Comandante abrazaron a la lucha libre como su forma de vida, sabían que el reto no solo era contra sus iguales sino ante un gremio poblado por un fuerte machismo.

Han soportado insultos y su trabajo fue denigrado muchas veces, afrentas que alimentaron su orgullo y las mantienen como dos de las amazonas más importantes del CMLL, trinchera donde celebran el Día Internacional de la Mujer.

Alumna del Satánico, Amapola se topó de frente con el maltrato de los hombres que entrenaban con el rudo, “los compañeros eran más agresivos de lo normal pero lo canalicé para sacar la casta y demostrar que podía estar en un deporte destinado a los hombres”.

Así se ganó el respeto general y la admiración de las aficionadas que veían en ella un ejemplo a seguir, “tenemos un grupo femenil muy grande que nos apoya, se desbordan en las butacas, es gratificante que nos tomen como una referencia en el cuadrilátero. Desde mi primera lucha la gente me apoyó. Empecé como técnica y cuando entré a la EMLL me programaron como ruda, desde entonces encontré mi camino en esa esquina”.

Aunque tiene bien claro que los costalazos se quedan en las arenas, “como luchadora soy muy aguerrida pero en casa la lucha libre no existe, separo por completo las dos facetas, soy bromista y tranquila, disfruto a mi familia”.

Cuando Pierroth invitó a la Comandante a los enlonados no se imaginó que permanecería ahí tanto tiempo. “Ya no había mujeres en la empresa y cuando entraba al vestidor me decían que no tenía que hacer nada ahí”.

Le ha pasado de todo en el ring, “los insultos no son malos porque me toman en cuenta. Me gritan que soy hombre, machorra o lesbiana y es duro, no puedo negarlo”.