Casi la mitad de los jugadores de la NBA consumen drogas

Las presiones del deporte profesional a veces tienen duras repercusiones, como le pasa a casi la mitad de los jugadores de la NBA, quienes tienen recurren a las drogas para evadir su realidad llena de estrés, déficit de atención y hasta bipolaridad.

Según un estudio de ESPN, más del 40 por ciento de los jugadores del mejor basquetbol del mundo tiene problemas de trastornos sicológicos, pero menos del 5 por ciento se atienden.

“Es una epidemia en nuestra liga y no estoy exagerando”, afirmó John Lucas, ex jugador y ahora asistente del entrenador de los Rockets de Houston.

“La gente no entiende por qué estás deprimido, si puedes comprar lo que quieras. Ojalá todo el mundo fuera rico, para darse cuenta de que el dinero no lo es todo”, afirmó por su parte Demar De-Rozan, de los Spurs.

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Y ambos tienen razón, tanta que incluso cada vez es más común que jugadores profesionales saquen a flote los demonios que los acosan, aunque para el resto vivan en un “paraíso terrenal” lleno de lujos.

Paul Pierce afirmó a la cadena televisiva que esa vida surreal lo llevó incluso a sufrir 11 puñaladas en un club nocturno en el 2000, el cual puso en riesgo no solamente su carrera, sino su vida.

“Me sentía atrapado, no podía ir a ninguna parte. Luché contra la depresión durante un año y lo único que me salvó fue el basquetbol. Tuve a la policía frente a mi casa durante meses. No podía estar cerca de multitudes y si alguien chocaba contra mí, me asustaba. Estaba realmente paranoico“, dijo.

Kevin Love sufrió un ataque de pánico en pleno partido, por lo que tuvo que ser trasladado a un hospital, mientras Jahlil Okafor, de los Pelicans, también señaló que sufre de ansiedad.

“Me estaba volviendo loco. Era como si mi cuerpo estuviera tratando de decirme estás a punto de morir. Corrí hacia el vestidor y terminé tirado en el suelo, tratando de obtener suficiente aire para respirar”, confesó Love.

Lucas criticó a todos los jugadores, pues “la mayoría de los afectados no busca ayuda profesional hasta que es demasiado tarde. Sienten miedo al ridículo y por eso es tan recurrente que caigan en el alcohol o las drogas”.