Futbol mexicano
Dan el último adiós a Pablo Larios, ex portero del Tricolor
Amigos, familiares y excompañeros despidieron al portero, en el Agustín “Coruco” Díaz
(Foto: José Antonio Rivera, El Gráfico)
En medio del estadio Agustín “Coruco” Díaz, que fue su primera casa en el futbol mexicano, Pablo Larios Iwasaki fue despedido de “La Selva”, con una misa de cuerpo presente.
Al inmueble donde el arquero jugó con los Cañeros del Zacatepec llegaron familiares, amigos, ex compañeros y cientos de aficionados para darle el último adiós a uno de sus últimos ídolos sobre la cancha.
Los asistentes cantaron, aplaudieron y lloraron, mientras el féretro del arquero llegaba al lugar.
Se escucharon todo tipo de comentarios, anécdotas, vivencias, sus inicios, su familia, sus gustos y sus traspiés, todas a favor del que también ha sido considerado uno de los mejores guardametas de todos los tiempos en México.
Allí estaba, a la mitad del estadio que deportivamente lo vio nacer y formarse profesional.
En su cama de descanso eterno, recorrió por última vez el césped y los mudos pilares del estadio fueron testigos de los sacrificios de su preparación y sus inolvidables actuaciones bajo de los tres palos, los cuales fueron sus amigos y cómplices de una aventura de 1983 a 1998.
Enumerar todas y cada una de sus actuaciones fue un tema por separado, pero su sencillez y su ‘Don de gente’, será sin duda, la herencia más grande que nos deja hoy el “Portero de La Selva”…
ÚLTIMA MORADA. Acompañado por una banda de viento, el cortejo partió a su última morada, en donde también ya era esperado por habitantes, amigos del “paisano”, quien hizo voltear los ojos del mundo a este modesto y caluroso rincón del sur de Morelos, para aplaudirle y lanzar gritos de aliento.
Este fue su último lance espectacular… Su último vuelo…
Pablo Larios se fue, dejando una profunda huella en quienes lo conocieron, intercambiaron y compartieron el césped.
Después de su última aparición en el “Coruco” Díaz, su familia lo llevó a la casa que lo vio nacer y más tarde, lo encaminó al estadio de enfrente, en donde escribiría su legado deportivo más importante.