Estos días he visitado Valverde de Leganés, un pequeño municipio de apenas cuatro mil habitantes, donde sobrevive una tradición muy especial: la fuga de la diabla.
Cada año, a mediados de agosto, cientos de personas de la provincia de Badajoz, en Extremadura, España, reviven una historia que se ha transmitido de generación en generación desde tiempos inmemoriales.
La iglesia del pueblo está dedicada a San Bartolomé, patrón de Valverde, y cuenta la tradición que este santo mantuvo una pelea con el diablo de la que salió victorioso. Al hilo de dicha historia, hay una leyenda que dice que San Bartolomé tiene a una diabla encerrada dentro de la torre de la iglesia, un monstruo que cada año, en agosto, consigue escaparse del templo y sembrar el terror en el pueblo.
Para librar al municipio de la diabla, el santo envía a una legión de ángeles que vuelven a encerrar a este personaje, y esta batalla entre el bien y el mal es lo que representan, en forma de teatro, cada año en vísperas de San Bartolomé —el 24 de agosto—, los vecinos consiguieron que su celebración sea declarada Fiesta de Interés Turístico Regional, en Extremadura.
En esta fiesta, la diabla que ha conseguido escaparse de la iglesia se pasea por las calles del pueblo acompañada de su cortejo infernal, demonios que van asustando a todos los niños. Todo termina cuando aparecen los ángeles de San Bartolomé y se produce la batalla final, un espectáculo de luces, sonidos y fuegos pirotécnicos que concluyen con la captura de la diabla.
Son cientos de vecinos de todas las edades los que participan en esta lucha entre el bien y el mal, que más allá de tratarse de un simple atractivo turístico, representa, en su fondo más mágico, un ritual en el que perpetúan, el triunfo del bien sobre el mal.
Se piensa que el origen de esta celebración puede ser cristiana. Como los vecinos de Valverde de Leganés, hace siglos, ya sabían de la leyenda que cuenta que San Bartolomé luchó contra el diablo, les decían a los niños que tenían que portarse bien o, de lo contrario, el diablo encerrado en la iglesia, el santo saldría a perseguirles. Y para que los pequeños se creyeran la historia, habrían empezado a disfrazarse de diablos en mitad de la noche, y llevar a los menores por el buen camino.
Esta es una de las teorías que tratan de explicar el nacimiento de esta fiesta mágica, pero también hay otra explicación: que se trate de un recuerdo a la matanza de protestantes calvinistas en la noche de San Bartolomé de 1572, durante las llamadas Guerras de Religión en Europa. Los católicos, aprovechando la oscuridad de la noche, se disfrazaron y se armaron para atacar a los protestantes.
Sin duda, el personaje central es también San Bartolomé, quien según Los Hechos de los Apóstoles, fue uno de los Doce y pudo ver a Cristo tras su resurrección. Se le relaciona con el diablo porque expulsó demonios, pero también porque en los evangelios apócrifos se dice que le pidió a Jesús de Nazaret que le mostrara al diablo y que lo vio, luchó con él y venció, por eso se le representa con un demonio encadenado. Si pasas por Extremadura en agosto, no dejes de visitar Valverde de Leganés, pues la Fuga de la Diabla es una fiesta llena de magia y misterio.