¡Clarketazo!

04/07/2014 05:00 Mauricio Clark Actualizada 20:19

 

UN MUNDIAL  CACHONDO

La cultura que se le rinde al cuerpo en Brasil es notoria y es, sin duda, el mejor regalo para todos los foráneos que estamos de paso por aquí.

Sacado como de las pantallas de televisión donde los salvavidas de una famosa serie corrían con cuerpos envidiables por la arena blanca, Copacabana es el escenario perfecto para recrear ese momento una y otra vez.

El culto que se le rinde al cuerpo en Brasil es digno de destacarse y, sobre todo, aplaudirse (por lo menos por un humilde servidor) pues, viviendo en un país que ocupa el número 1 en obesidad mundial, esto pasa a ser un detalle muy relevante.

Precisamente me encuentro degustando unas bolitas de queso (que aparte de chabochas son oriundas de aquí) y ya me siento culpable al estar rodeado de puro cuerpazo. Muchas personas nos preguntamos si son los genes o si es la alimentación, pero puedo contarles (a ojo de buen cubero) que es por ambas razones.

Mientras que en mi México en cada esquina puedo encontrar garnachas, refrescos, chicharrones o tacos de barbacoa, aquí esto sería impensable; los jugos frescos, la fruta picada, el agua con gas y la comida orgánica los reemplaza.

Si a esta alimentación que tienen desde niños podemos sumarle que cada 100 metros tienen aparatos gratuitos para ejercitarse, ciclovías para correr y más redes en la playa que éxitos en la carrera de Juan Gabriel, todo cobra sentido.

La genética brasileña es la mezcla perfecta entre europeos y africanos,  y esto se nota a leguas. Puedo decirles que prácticamente todos los visitantes de la playa de Copacabana poseen cuerpos envidiables y quien no los tiene es porque seguramente es extranjero. Eso sí, el equipo de México no se queda atrás y aunque de origen guatemalteco, Rebeca Rubio demuestra que portar la camiseta de México con orgullo es también algo que las mujeres hermosas y con cuerpo bien torneado pueden hacer sin problema.

Por lo pronto yo no tengo hambre porque me he echado tanto taco de ojo que ya tengo hasta para llevar en el itacate. Definitivamente si algo podemos aprenderles a nuestros amigos cariocas son los hábitos de alimentación y el ejercicio diario. Creo que empezaré a hacerlos como propósito de año nuevo porque ahora me esperan muchos tacos y chicharrones en mi país luego de seis  semanas por tierras mundialistas.

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