Cuando en la pantalla aparecen las casas autoconstruidas en medio de las calles lodosas por la falta de pavimento, la imagen no sólo se parece a cualquier barrio marginado de la India, sino a cualquier otro como los muchos que en México vemos a diario.
Pero lo que dos jóvenes cineastas norteamericanos proyectan en esa pantalla es la historia de la colonia Kathputli, donde en medio de enjambres de moscas y aguas fétidas, sobrevive toda una estirpe de artistas tradicionales que se desvanece.
Adam Weber y Jimmy Goldblum leyeron de este lugar en un libro y de inmediato corrieron a Google a investigar si era algo real. Y lo era, mucho más de lo que esperaban. En Kathputli han vivido 2,800 familias de artistas desde hace medio siglo. En esos estrechos callejones encontraron malabaristas, magos, bailarines, pintores, cantantes y titiriteros, dispuestos a mostrar su arte. Pero lo que los cineastas querían era ir mucho más allá. No podían creer que en esas condiciones de pobreza vivieran muchos de los más respetados artistas de la India que han llevado el arte de su país a ser reconocido en el extranjero.
Ellos se conocieron en la Universidad de Philadelphia, su ciudad natal. Allí fueron compañeros de habitación mientras estudiaban para cumplir su sueño. Ambos querían hacer películas. Años más tarde la vida separó sus caminos. Mientras Adam se convirtió en un editor, guionista y director que dividía su vida entre Nueva York y Los Ángeles a lado de figuras de la talla de Quentin Tarantino, Jimmy se convirtió en documentalista y acumulaba premios por sus sorprendentes trabajos interactivos, mientras veía la vida pasar desde la ventana de su departamento en Brooklyn.
Pero desde la universidad ellos querían hacer algo juntos, sólo que no había llegado un proyecto que lograra empatar sus intereses y personalidades. Finalmente, ese punto de encuentro no fue ni en Los Ángeles ni en Nueva York, donde ambos residen ahora. Tampoco fue en un regreso a Philadelphia. El proyecto que los llevó a trabajar juntos lo encontraron muy lejos de casa, del otro lado del mundo.
En 2009, el gobierno de Nueva Delhi vendió Kathputli a una compañía desarrolladora que construiría allí el primer rascacielos de la ciudad. Una torre de departamentos de lujo que prometía incluso contar con mosaicos diseñados por Versace. Pero para que los nuevos ricos, resultado del crecimiento económico de India, pudieran elegir los colores de sus nuevos mosaicos de diseñador, el primer paso era limpiar el terreno. Así, el plan era demoler las viviendas de los pobres y enviarlos a un barrio alejado donde prometieron darles departamentos donde su arte no tenía cabida.
El nombre del documental que Jimmy y Adam realizaron para captar la historia de tres de los artistas que viven en Kathputli es devastador: “Mañana desaparecemos” (Tomorrow we disappear) y en esa sentencia, en lo que vivieron en India, los jóvenes encararon lo que sería su gran lección.
Jimmy y Adam siguieron por meses a tres de los artistas más talentosos de Kathputli, conocieron no sólo su arte, también sus temores y sus fortalezas. Fue la historia del mago la que más los marcó pues parecía ser el más vulnerable de todos. No tenía la fuerza ni la juventud que a la chica acróbata la hacía querer aceptar el desalojo y dejar de lado su vida como artista para dedicarse a estudiar computación. Tampoco tenía el reconocimiento ni el respeto ganado del titiritero que estaba ya cercano al retiro. No, el mago aún quería seguir haciendo magia, pero cada día peleaba por un lugar para hacerlo. Sus hijos eran víctimas de las burlas en la escuela por ser hijos de un mago callejero y aunque se sentía orgulloso de su arte, al momento del desalojo lo asaltaban las dudas más que a nadie.
Por increíble que parezca, este mago y Jimmy tenían más cosas en común de las que podría pensarse. Jimmy tenía mucho tiempo enojado, sintiendo que la frustración lo atrapaba por no hacer algo radical ante las injusticias. La experiencia en India fue liberadora, aprendió que algunas cosas son inevitables; que a él le toca, desde su trinchera como cineasta, tratar de influir comunicando estas historias.
Para Adam la gran lección fue que la familia es un concepto mucho más amplio del modelo nuclear en el que él creció en Estados Unidos. Conocer a una colonia entera de primos, hermanos, tíos, sobrinos, primos segundos que luchaba por mantenerse unida, le hizo querer replantearse la pregunta de cómo quiere que sea su propia familia e incluso le llevó a sentir una nostalgia extraña por tiempos pasados, por los antepasados, por todo lo que ignoramos. No pudo evitar pensar en las historias de desplazamiento humano que hay detrás de cada uno de los rascacielos de Nueva York y que la de Kathputli es apenas la que se esconde detrás del primer rascacielos de Nueva Delhi, India, uno de los cuatro países con mayor crecimiento económico de las últimas décadas, entonces ¿cuántos desalojos costará el desarrollo?
EL DATO
Retrato de los chicos de Philadelphia
Adam Weber es editor, director y guionista. Ha trabajado para los más importantes estudios de cine y televisión tanto en Nueva York como en Los Ángeles. Ha colaborado con Quentin Tarantino. Jimmy Goldblum es director y productor interactivo. En 2008 ganó el premio Emmy por el filme “Live Hope Love”, un documental interactivo que produjo para el Centro Pulitzer. En el primer rato libre que tuvieron, en medio de la proyección de su documental en México, con la que arrancó el festival DocsDF, lo que más querían era escapar a comer unos tacos de chicharrón.
¡A verla!
La película será proyectada al aire libre en el Espejo de Agua del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, en Ciudad Universitaria, el martes 4 de noviembre, a las 20:00 hrs.
Entrada libre.