SIN CLÓSET: “¿Qué tan ‘amigables’ somos en el DF?”

04/12/2015 05:30 Raúl Piña Actualizada 12:22
 
A partir del 23 de noviembre del 2015 y bajo el gobierno de Miguel Mancera en la capital de la República Mexicana, se nombra a la misma “Ciudad Gay Amigable”.
En todo el mundo —no importa el país— se les llama en inglés: “Gay Friendly”.
 
El nombramiento se da en parte como un tributo a las organizaciones y colectivos de la comunidad LGBTTTI que durante años y sin descanso han luchado por el respeto a los derechos humanos de quienes profesan una preferencia sexual diferente.
 
La Ciudad de México se suma así a la lista de “Ciudades Gay Friendly”, como son Montevideo, Sao Paulo, Buenos Aires, Madrid, París, Toronto, Bruselas, Montreal y Amsterdam, por mencionar algunas.
 
Todo suena muy bonito y hay firma de la declaración oficial e izamiento de la bandera gay, grupos cantando en el festejo y el regocijo de la comunidad homosexual celebrando que ahora sí somos una ciudad de primer mundo.
 
Hay varios puntos pendientes que dejan dudas al respecto. No se le ha dado seguimiento en materia educativa al tema de la diversidad sexual. Esto es un asunto de carácter nacional, pero en este caso, el gobierno del DF no visita escuelas —donde se da el ‘bullying’ homofóbico que es el primer hostigamiento al que se enfrenta un gay— para dar pláticas, pegar carteles, convocar a padres de familias y maestros a tocar el tema en un diálogo abierto con los jóvenes.
 
La sociedad civil organizada es la que ha tomado este asunto en sus manos y ha generado el cambio manifestándose abiertamente y hablando directamente con amigos y/o familia.
 
No se han acelerado los procesos legales para el cambio de identidad genérica en las personas ‘trans’. Los trámites para el cambio de actas de nacimiento se presentan lentos y tediosos.
 
Hay que ampliar los campos laborales y brindar más posibilidades a todos los sectores LGBTTTI.
 
Hace falta sensibilizar a los ministerios públicos, a la policía en general para evitar que se sigan presentando actos de discriminación en esas instancias. Deben detenerse los abusos contra la comunidad gay.
 
Amigar a las organizaciones y activistas y crear proyectos comunes que beneficien al colectivo gay y no que lo separen.
 
Que se hagan a un lado las fracciones partidistas, que sólo quieren sacar provecho de todo ésto y que se consolide un bien común para la comunidad homosexual.
 
Y dos cosas, por último: necesitamos más unidades médicas, centros de salud que informen de enfermedades transmisibles, que fortalezcan la prevención, que se incremente la detección/seguimiento/tratamiento de VIH-SIDA. Que se aplique en todas las delegaciones políticas. 
 
Los más suspicaces aseguran que ésto tiene que ver más con hacer de la Ciudad de México un punto turístico para la comunidad gay y de algún modo, ‘bajita la mano’, se deja ver la intención del partido en el poder de ganar simpatías, más que poner manos a la obra y resolver la agenda gay.
 
¿Está preparada la industria hotelera? ¿La gastronómica? Vamos, toda la industria del turismo ¿está acaso adiestrada para ofrecer, mejorar y prestar sus servicios a los gays, no sólo nacionales, a los que vienen de todo el mundo? 
 
¿Somos tan amigables como Madrid, Sao Paulo o Amsterdam?
 
Eso lo veremos con el paso del tiempo y ojalá que sea para bien de todos.
 

 

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