Lo demás fue historia. No pude evitarlo y la invité a pasar mientras me torturaba la idea de engañar a mi novia.Le dije que pasara la noche en mi depa, porque ya era muy tarde para que condujera hasta la suya. Entre risas, le recordé que aún tenía ropa que en alguna ocasión dejó. Mi plan era prepararle el sillón, un té quizá, platicar hasta el amanecer, dormir hasta el día siguiente y despedirnos amistosamente, pero obviamente no fue así. Compra El Gráfico y disfruta esta historia en tu edición impresa de hoy.