María derrama belleza durante su visita, ella se caracteriza por su buen trato y transparente personalidad.
“Hola, ¿cómo va todo?”, expresa y se sienta frente a mí.
La miro para describirla: Su rostro conserva la mirada infantil a pesar de que nuestra entrevistada ya cruzó el umbral de los veinte. Posee unos ojos que potencian su luz al combinarla con sus sonrisas que lanza cada vez que termina una frase. Es delgada y delineada, su tez, blanca aperlada.
“Amo la comida francesa y los mariscos”, señala mientras se acomoda el cabello.
—¿Tus gustos rayan en lo internacional?
—Yo creo que sí, el cine alemán me atrae mucho a la hora de elegir ver una peli.
—¿Libros?
—Leo a Paulo Cohelo.
A pesar de su corta edad, nos confiesa ser una seguidora empedernida del arte pop, lo que la obliga a visitar periódicamente los museos especializados en este ramo, siendo uno de sus favoritos, el MUCA.
“Lleno mi vista con formas, colores, texturas bidimensionales, al igual que tridimensionales, ya sabes, ahora una pintura o una caja de zapatos, pueden compartir el mismo espacio en una galería o museo”.
—¿Y lo ves bien?
—Sí, creo que toda forma de expresión se debe a su contexto histórico, y si ahora está bien una caja de zapatos a la mitad del pasillo de una galería, es que, seguro, refleja la inestabilidad del mercado del arte, cumple con su cometido, creo.
—Dejemos un poco los gustos que te inspiran, que te contagian de creatividad, ¿Cómo te gustan los chicos?
—Altos, delgados, guapos, de buenos sentimientos, inteligentes y muy lindos por dentro—, asegura.
Parece que María describe algo imposible de encontrar en las calles de nuestra ciudad, pero, ¿Ya vio, estimado lector, la belleza de María?, creo fervientemente, que es una mujer con mucho que ofrecer en su vida y que, seguro, atraerá a ese ser que la espera sentado en lo alto de una atalaya, esperando encontrar entre la urbe, esa chica especial que es María.