Con un sentimiento de nostalgia profunda, subió al ring en su última lucha. Minutos antes, el ‘Misterio Azteca’ enfundado en emociones encontradas entre dicha y zozobra, caminó para llegar a las cuerdas del evento del Día del Padre que la Secretaría de Seguridad Pública organizó hace un año.
Para anunciar su adiós, el carismático luchador quiso dejarlo todo sobre el coliseo, pero encontró que esa tarde, la jaula donde danzaría con sus contrincantes de antaño vibraría con el estallido de los rencores.
“Como varios supieron que era mi última lucha, fueron a darme con todo. Con sillas, tapas de tambos, tubos y palos me abrieron la cabeza. De pronto, entró ‘El Vampiro’, mi acérrimo enemigo, para terminar de despedirme”, comenta el técnico, quien además lleva encima 28 años de servicio como policía.
Entraron a la fiesta, los golpes, patadas y piquetes propinados entre malos y bien portados, hasta que ‘Misterio Azteca’ fue expulsado lejos del infierno de la lona.
‘El Vampiro’, rabioso vengador de encuentros pasados, bajó del ring para rematar al ‘Azteca’ y estaba a punto de hacerlo, cuando de entre el público salieron dos niños para defender al héroe.
“Una niña se me acercó y me echó una botella de agua sobre la frente, haciendo un charco de sangre. Otros dos niños se pusieron entre el rudo y yo, para decirle que no me pegara más”. ‘El Vampiro’ al ver ésto corrió de nuevo a la lona para esperar al ‘Misterio’, quien entre patadas y llaves regaladas a sus aliados, se fue quedando solo rodeado de adversidad. Pero con empeño y dolor, ‘Misterio’ en compañía de los otros favoritos del público, sacaron la casta con una ‘rana invertida’ que le dio la victoria a los técnicos.
Su identidad es un enigma, pero su pasión no. ‘Misterio Azteca’ se define como un apasionado del deporte, cuya amante perversa es la lucha libre.
“Uno lo vive, lo siente y se entrega”, comenta el hombre de 46 años, que durante ocho se ha revoloteado en esos brazos.
Policía operativo de logística y tierra, en el Sector Plateros de la SSP, entró a la corporación con apenas 18 años, donde su gusto por servir fue acompañado después por la lucha libre. “Mi abuelo era policía y los policías vemos lo que mucha gente sólo puede leer o escuchar. Nosotros aquí lo vivimos”.
Entró por invitación al mundo luchístico y se quedó por amor. Su máscara y nombre fueron dados —a los 36 años— por su su entonces maestro ‘Abismo Negro’. Se quiso tapar el rostro para que sus compañeros policías no se dieran cuenta de quién estaba detrás de la máscara, pero como luchador encontró otros agentes con los que compartió el ring.
Después de sanar las heridas del último encuentro, el ‘Azteca’, uniformado de azul, pensó en la posibilidad de regresar algún día a la lucha libre, movido por el cariño de la gente que lo apoyaba. Hoy, aunque es publirrelacionista y actor de reparto en Televisa, este policía suspira con nostalgia por aquella a la que abandonó: la lucha libre.