Parece que es un acto de ridiculez, pero salir a la calle con ropa que en apariencia no es de tu género requiere mucho valor.
Todos nos hemos topado alguna vez con un hombre vestido de mujer: alto, fornido y hasta ‘espaldón’, con ropa súper ajustada y tacones que de sólo verlos dan vértigo ¿Pero qué se siente hacer esto por primera vez?
No, estimados lectores de mente abierta, yo no me he vestido de mujer para salir a la calle, no porque lo considere algo ridículo, sino porque —como a muchos otros gays— no me llama la atención hacerlo y “no es lo mío”.
Sin embargo, he conocido a muchos hombres que sí gustan vestirse de mujer y exhibirse ante la sociedad —incluso algunos heterosexuales lo hacen en su intimidad y es común—, como aquel que medía 1.80 metros, tenía el rostro afilado y cierta apariencia norteña.
Omito su nombre real, pero les comparto el que usa cuando suele ser mujer: Tabatha.
Sobre por qué este nombre, mi conocido me confesó que se debía a que difícilmente tendría diminutivo, lo cual me contó riendo, pues afirmó que es común que entre travestis recorten los nombres.
Ejemplo: si decides llamarte Fernanda, te conviertes en ‘La Fer’; si te llamas Victoria, olvídate de que te llamen así, serás ‘La Vicky’ y así con casi cualquier nombre.
Pero regresemos a lo que nos atañe: ¿qué siente un travesti al vestirse por primera vez de mujer?
Uno pensaría que se siente gusto y liberación; incluso triunfo, pero para Tabatha no fue así.
Mientras se carcajeaba me dijo: ‘No, para nada, lo que sientes es vergüenza y pena’, y no porque estén haciendo algo malo, me explicó, sino porque la gente se les queda viendo fijamente, mientras ellos están preocupados por su vestido o su ropa.
Otro amigo que gusta vestirse de mujer también me comentó que la primera vez que lo hizo sí sintió esa sensación de ‘libertad’, pero con ciertas restricciones.
‘Me sentí feliz, pero con nervio’, esos nervios de que la gente te esté juzgando por romper los convencionalismos.
También me contó que sintió ‘miedo’, lo cual se entiende en un país donde aún existen agresiones hacia los travestis.
Así que ahora lo sabemos: los travestis lejos de sentirse triunfadores o sensuales cuando salen a la calle —al menos por primera vez— lo que sienten es nervios o vergüenza; quizás con el tiempo superan esto y se convierten en reinas de la seguridad, pero mientras, hay que tratarlos con respeto.