Acompañado con nopales, longaniza, papas o bañado en salsa y limón, el taco de bistec es un clásico de la cocina mexicana.
Pero para darle sabor a un sencillo taco de bistec, hay que tener mucho sazón. Y en Los Vampiros sus preparaciones no sólo te ‘chupan el hambre’, también escurren, entre cada mordida, un entrañable sazón hogareño.
En esta fondita, perdida en las angostas calles de la colonia Roma, se respeta el ambiente doméstico de las familias mexicanas. Aquí las sillas de madera, los manteles a cuadros, viejas paredes repintadas y un cuadro colgado con un antaño recorte de periódico, guardan la historia de 67 años de tradición.
Su historia se remonta a 1947. En un pequeño puesto ambulante ubicado sobre Insurgentes, Guadalupe Rojas Córdova inició un ‘changarro’ familiar. Entre humaredas de carbón y un olor a carne asada adornado con tintes de chile verde, salsa y limón, Guadalupe vendía tacos de bistec asado, también algunos de guisado. Ahí, su sazón veracruzano perduró por casi 10 años.
Pasando por Coahuila y Tapachula, fue hasta 1962, que un local la acogió en Manzanillo, en la colonia Roma. Hoy en esta fonda de ambiente acogedor, el sazón hogareño sigue destacando.
Los platillos son de gusto sencillo, doméstico, de pocos ingredientes, pero no por eso de poco sabor.
Protegidos por cazuelas de barro, son más de ocho guisados mexicanos los que forran la barra de su angosta cocina.
Adornados por palabras en doble sentido, los nombres de los tacos también son parte de la cultura mexicana.
‘Mensos’ o nopales, ‘Boas’ es decir, longaniza, ‘Mujercitas’ que son costillas en salsa de morita, ‘Popeyes’, que son espinacas y hasta ‘Esponjas holandesas’ o sea, chiles rellenos con queso, puedes escoger de su vasto repertorio.
Aquí las tortillas se convierten en parte fundamental del taco, recién salidas de una máquina de tortillas individual, se tuestan en el comal hasta quedar doraditas.
Después vienen otros ingredientes: frijoles, nopales, queso, verduras o pechuga.
Pero en su cocina reina el taco de bistec, el famoso ‘Vampiro’, ese que se llama así porque la carne mantiene aún su toque crudo. Y es que en la cocina, también se corta y se aplana la carne.
Abrazado por una tortilla cubierta con su ‘mostaza mexicana’ —una cama de frijoles refritos hechos a mano, que conservan la legumbre entera, pero bien cocida—, lo puedes pedir ‘envenenado’, que lleva una cama de queso chihuahua derretido encima o ‘empapado’, que como dice su nombre, lleva una cubierta de papa machacada. Pero también puedes elegir ‘El Vampiro Especial’.
Es un taco que no viene en el menú y que es tan grande que no puedes comerlo como un taco habitual, va con dos tortillas, acostado en una cama de frijoles refritos, tapizado con longaniza y recubierto con una bola aplastada de papa y queso fundido, es suficiente para ‘chuparte el hambre’ de una sola sentada.