Un romántico de ‘hueso colorado’, siempre coqueto, enamorado de la belleza femenina y de todas las mujeres a quienes considera la máxima creación de Dios, dicho de su boca; además, un hombre caballeroso, así es como se puede definir a Joan Sebastian (José Manuel Figueroa).
Un soñador que inició su carrera, como dicen, ‘picando piedra’ pero sin dejar de soñar. La primera vez que lo escuché yo como muchos fue en un festival OTI por ahí de los años 70. Tuve la suerte de asistir, además de escuchar y aprenderme las canciones de los participantes, disponía del cassette que se les daba a los jurados para analizar las melodías y las de Joan Sebastian eran de las que más me gustaban, me volví su admiradora desde muy corta edad, como sucedió seguramente con gran parte del público cuando escuchaban su música.
Recuerdo bien cuando en 1977 se escuchaba en las estaciones de radio ‘Y las mariposas’, dulce, pegajosa y para las mamás, sumamente escandalosa y no porque ‘las mariposas volaban de flor en flor’, como decía la letra, sino por el ‘yo 17, tu quinceañera, tu colegiala, yo soñador, y en aquel trigal el sol cayó primero, después un pantalón vaquero y una falda escolar y las mariposas…’.
¡Un rolón la mera verdad! Y de ahí para el real, Joan nos acostumbró a su forma de componer, a sus historias cantadas con las que todos algunas vez nos hemos identificado; desde los clandestinos que cantan ‘Secreto de amor’, hasta los que se solidarizan con el amor a su tierra cantando ‘Juliantla’ y muchas más.
Al margen de todos los obstáculos y bloqueos con los que se pudo haber encontrado, ‘El poeta del pueblo’ tenía lo que se necesitaba: que era talento y ganas de hacerla… y la hizo en grande.
