Una hoja en blanco siempre es una promesa por cumplir y este hombre dedica su vida a juntarlas. Tener el papel entre los dedos, tocarlo, olerlo y sentir las hojas que guardan los secretos de la vida es su pasión. Para este artesano, el lujo de escribir a mano se está perdiendo con la tecnología. Por eso aprendió a hacer encuadernación artesanal. El “cosido a mano” de la tradición que une hojas blancas para formar llamativas libretas. Como un romántico de la escritura, Salvador Díaz es un artesano urbano.
“Una libreta es como un compañero. Alguien que recibe lo que dicta tu corazón”, dice Salvador, quien lleva cuatro años rescatando una técnica que, dice, se está perdiendo porque ahora todos los cuadernos son pegados, por ser más fácil de hacer y más barato para venderse.
Salvador cuenta que la habilidad y paciencia de la técnica la aprendió en el estado de Oaxaca, en un lugar llamado Sierra de Juárez, donde los artesanos oriundos le enseñaron a unir con hilo y aguja las hojas gruesas de papel, forradas con telas recicladas de colores vivos y divertidos estampados.
“Soy artesano porque vivo de mi trabajo, de lo que hago con mis manos y ojalá algún día las autoridades generen conciencia de eso”, dice este hombre de 35 años, quien forma parte de un grupo que promueve la artesanía, buscando espacios para ofrecerla.
Junto con ellos, Salvador ha vendido libretas en Ciudad Universitaria, el metro Revolución, la calle de Minería y los sábados y domingos en la plaza Tolsá.
Admite que ser artesano no es fácil ya que muchas veces las autoridades los confunden con comerciantes ambulantes y en ocasiones no los dejan vender. Pero aunque hay veces que no gana suficiente dinero, Salvador se admite como un apasionado de su trabajo.
“Me gusta lo que hago porque es como dejar un pedacito de ti en cada una de las libretas, tienes que estar de buen humor para hacerlo y estar concentrado. Para mí, el arte está en dejar una parte de tu alma en tu trabajo y por eso me gusta”.