Cuando su madre murió ella estaba lejos y tal vez fue eso lo que le provocó un dolor más profundo. Lejos de su tierra y su familia, ella no podía encontrar consuelo ante su pérdida. Sin embargo, algo muy importante le había heredado su madre, que en vida fuera sicóloga, ella sabía que debía enfrentar el dolor y vivir un duelo. Para ello volvió a México, pero no sabía dónde comenzar ese camino hacia la sanación. Trabajó en lo que sabía hacer, algo de marketing y publicidad, hasta que descubrió que un nuevo oficio le permitiría sanar su alma.
Así, poco a poco, Malajim Rábago se convirtió en fotógrafa, retratista para ser más precisa. Cuando comenzó a captar las expresiones de la gente en imágenes, fue que inició para ella misma una terapia de recuperación emocional; darse cuenta del potencial terapéutico que un buen retrato puede tener y el impacto positivo que para una persona común y corriente tiene el verse bien, le hizo saber que estaba en el camino correcto.
Un día, un amigo cercano a ella involucrado en el mundo de la moda le contó que había realizado por primera vez una pasarela con modelos muy especiales: eran personas con algún tipo de discapacidad, física o intelectual.
Entonces fue que Malajim supo que aquello debía quedar plasmado en imágenes y se propuso como la fotógrafa del proyecto. Ese fue el nacimiento de “Más allá de la moda”, un proyecto filantrópico-itinerante que en el fondo es una oportunidad visual para aprender en torno al tema de la discapacidad; un acercamiento íntimo, sensorial, creativo y educativo para quienes admiran los resultados, pero también para quienes se transforman en modelos y dejan de sentirse “diferentes” para asumirse como seres bellos y únicos.
La muestra fotográfica “Más allá de la moda” está integrada por 39 piezas y se contó con la participación de 18 personas con discapacidad como modelos.
Algo que marcó a Malajim fue saber que la mayoría de sus modelos tenían una discapacidad adquirida, pues eso le hizo comprender que nadie está exento de que su vida, su cuerpo y sus capacidades físicas o intelectuales cambien de un día para otro. Uno de sus mayores aprendizajes ha sido el cómo comunicar de manera efectiva las cosas que a veces ya no apreciamos, para aquellas personas que tal vez ni siquiera las conocen. Fenómenos tan simples como la lluvia, el viento, las flores, los colores, el césped bajo los pies desnudos, que son inaccesibles, o al menos lo son de la forma en la que una persona sin discapacidad las conoce.
Sus modelos le enseñaron a valorar la vida y el presente, porque nunca se sabe qué deparará el futuro. Ella tuvo que aprender a explicar a una persona ciega de nacimiento el significado de una fotografía y aprendió que tal vez jamás coincidiría con ella en la forma de acercarse al mundo, pero que podía explotar la coincidencia que sí estaba clara: modelo y fotógrafa querían alzar su voz para volver visible o invisible, para que el mundo entienda que el problema no es la discapacidad, sino la discriminación.
Así lo dijo
“Esta experiencia me ha abierto un mundo nuevo, aprendiendo a tratar con naturalidad a las personas con discapacidad. Mi deseo profundo es contar su historia y hablarle al mundo de su existencia”.
Malajim Rábago.