No tienen idea de la cantidad de gays de provincia que visitan o tienen interés en acudir a la Basílica de Guadalupe, uno de los centros religiosos más importantes de México y el resto del mundo.
Pero no sólo desean venir a este lugar para ‘conocerlo’ o para ‘mancharlo con su presencia’ como algún equivocado homofóbico podría pensar.
Muchos gays, aunque suene raro y no lo parezcan, son devotos de la Virgen de Guadalupe y al igual que millones de heterosexuales acuden a visitarla para pedir favores o agradecer las buenas nuevas.
Recuerdo un muchacho llamado Alex a quien conocí en las cercanías del metro La Villa/Basílica, justo cuando yo iba para casa (vivo por la zona de Gustavo A. Madero).
A mí me pareció un tipo cualquiera hasta que comenzamos a platicar y noté su acento como norteño y entonces le dije: ‘¿Por qué estás aquí?’.
‘Es que vengo a la Villa, quiero ver a la Virgen’. A mí me pareció de lo más extraño, pero asumí que la visita sólo tenía intenciones turísticas.
Me sorprendí más cuando Alex me confesó que quería visitar la imagen de la llamada Emperatriz de América porque quería dar gracias.
Motivado por la curiosidad y porque Alex resultó ser agradable y de confianza, le sugerí acompañarlo.
En el camino me contó que toda su familia, originaria de Tampico, Tamaulipas, es muy devota de la Virgen de Guadalupe, así que él quería visitar ese altar que conoce desde niño.
Cuando llegamos a la ‘Basílica nueva’ Alex se persignó e hizo una pequeña oración mientras yo veía alrededor en silencio y pensaba lo siguiente: ¿La espiritualidad y creencia es exclusiva de los heterosexuales?
Por supuesto que no: al menos no en la práctica, pues muchos gays son creyentes de Dios o confían en alguna fuerza superior.
Para muchos religiosos esto puede resultar incómodo y molesto, pero la espiritualidad es algo que no se le puede negar a nadie, ni siquiera hay manera de hacerlo.
Además de Alex, conozco a otros gays que externan sus peticiones a la Virgen de Guadalupe, incluso he visitado casas de homosexuales donde hay enormes cuadros con imágenes religiosas.
También son cientos, los gays devotos de San Judas Tadeo que cada 28 de mes acuden a visitarlo para agradecer los favores solicitados.
Estas prácticas son heredadas en muchos casos: padres súper religiosos que inculcan los valores más positivos en sus hijos mediante alguna religión, sin importar la condición sexual que tengan, como es el caso del buen Alex, quien es un profesionista respetable y devoto ‘guadalupano’.
Quizás nunca tengamos certeza de quién nos creó, de por qué estamos en la Tierra o de que verdaderamente haya un cielo y un paraíso, pero mientras haya algo o alguien en qué creer… ¿Por qué no aferrarnos a ello? ¿Por qué privarles este derecho a las personas?