La muñeca que sacudió a la cirujana

26/01/2015 03:00 Elizabeth Palacios Actualizada 23:38
 

Había una  vez una muñeca que tal vez fue hecha para cambiar la vida de una niña; y tal vez lo hizo. Pero quienes la diseñaron no sabían que también iba a cambiar la de la mujer madura que la compraría.

En la mitad de su vida diaria, Lourdes ayuda a las mujeres a alcanzar el ideal de belleza que esas mismas muñecas representan. Como cirujana estética, Lourdes Rodríguez acompaña el proceso de los cambios que sus pacientes desean para lucir mejor. Ha sido testigo de cómo algunas personas reconstruyen su autoestima cuando mejoran su aspecto físico, tienen mejores relaciones e incluso, cambia positivamente su  vida sexual. 

Pero en la otra mitad de su vida, traspasa los límites de la búsqueda de la piel y el cuerpo perfectos, dedicando su tiempo y su conocimiento a tratar a las personas que acuden al Instituto Nacional de Rehabilitación, particularmente en el Centro Nacional de Quemados.

El hospital Rubén Leñero fue su escuela, y fue allí donde asimiló todos los conocimientos que hoy le permiten ayudar a transformar la vida de una persona que sufrió quemaduras.

El trabajo de Lourdes va más allá de lo físico. Ella sabe que también se debe apoyar al paciente a combatir el estigma que llevará durante el largo y doloroso proceso de rehabilitación. Para ella es mucho más difícil hacerlo con pacientes infantiles.

Por ello, un día ella decidió entrar en una juguetería y comprar una muñeca, igual a la que había comprado alguna vez para su propia hija. Esa muñeca era para una de sus pacientes, quien con sólo cinco años, había sufrido graves quemaduras durante una explosión de pólvora en Nativitas, Tlaxcala, ocurrida durante una procesión en 2012.

Aproximadamente 26 pacientes, entre niños y ancianos, llegaron a donde Lourdes y sus colegas de distintas especialidades médicas les dieron atención.

Han pasado tres años desde aquella tragedia y aún se corta la voz de Lourdes cuando la recuerda. Se disculpa diciendo que todos sus pacientes le duelen, pero aún más los niños.

Esta niña fue lanzada al aire por el impacto de la explosión. Rodó debajo de una camioneta junto con los cuerpos de otras personas que encontraron la muerte de forma instantánea.

Lourdes escuchó durante meses cómo la niña recordaba aquella traumática escena y fue testigo de cómo su madre devotamente seguía las indicaciones de los médicos para que la niña se recuperara.

Esa niña estuvo internada un mes, y un día Lourdes le preguntó qué la haría feliz. La niña respondió que siempre había querido tener una muñeca bailarina. Eso fue lo que hizo que Lourdes entrara en aquella juguetería, su deseo de combatir todo el dolor con un poco de felicidad para su paciente.

Cuando esa niña se reintegró a la escuela, sufrió mucho acoso. Sus compañeros se burlaban de ella, por su aspecto tras el accidente, porque la reconstrucción de su rostro sería en un tratamiento largo. Al principio no aceptaba la estética de su cuerpo y luego, gracias a un programa que se implementó en el que trabajadoras sociales acuden a las escuelas de los niños quemados que deben reintegrarse para explicar a los otros niños lo que ha pasado y cómo será el proceso, esa niña hoy ya no es acosada.

Esa experiencia marcó a Lourdes porque sabe que la infancia es lo que define a un ser humano, al futuro adulto. Reconoce que los cirujanos plásticos muchas veces tienen un ego enorme, pero experiencias como esta logran hacerlos poner los pies en la tierra.

Lourdes recomienda a los jóvenes estudiantes de cirugía plástica, que se preparen  porque si bien la cirugía estética tiene alta demanda y buenos beneficios económicos, a la larga, no deberían perderse de la satisfacción de poder poner sus conocimientos al servicio de un niño quemado, que deposita toda su esperanza en las manos de un buen cirujano reconstructivo.

 

CONSÚLTALA

Lourdes Rodríguez.

Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva.

Tel: 56015546

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